​La Escuela contra el ébola

A pocos metros del Hospital Carlos III, los sanitarios encargados de tratar a pacientes con ébola se siguen formando en la Escuela Nacional de Sanidad.

La Escuela Nacional de Sanidad, en Madrid
​La Escuela contra el ébola
Instituto de Salud Carlos III

Con el otoño caen las hojas de los árboles, llega la gripe y baja la fiebre mediática del ébola, sin embargo hay un lugar donde los sanitarios siguen formándose para encarar este virus. Está en pleno centro de Madrid y a pocos metros del Hospital Carlos III: la Escuela Nacional de Sanidad.


Es donde se impartieron, por ejemplo, los cursos y talleres de formación para los sanitarios encargados de tratar a pacientes con ébola, como el destinado a que los profesionales médicos aprendieran a ponerse y quitarse el traje de protección individual que tanto ha dado que hablar.


Desde que llegara a España el misionero Miguel Pajares, el primer religioso repatriado con ébola, por el centro han pasado "más de 600 profesionales" sanitarios para recibir esta formación tan específica, como concreta el doctor Cristóbal Belda, director de la Escuela Nacional de Sanidad, a Efe.


Para llevar a cabo estos cursos, la Escuela siguió una estrategia similar a la que lleva a cabo en otras áreas de conocimiento, y así lo explica su director, quien reconoce que para esta formación "se invitó a expertos en áreas muy especializadas como Epidemiología, Microbiología o Bioseguridad, entre otros", tomando siempre como base docente la estructura del centro.


Los cursos, que aún se imparten, tuvieron dos objetivos en su inicio: por un lado, reforzar la formación recibida por algunos profesionales mediante talleres dedicados al manejo del traje de protección individual, y por otro lado -pero de forma paralela- como explica el director, "se desarrollaron cursos para formar a los formadores", quienes serían los encargados de enseñar estas técnicas a otros sanitarios en sus respectivos centros.


Cinco días hicieron falta, desde el momento en el que España recibió al primer infectado, para elaborar y poner en marcha estos cursos formativos, según relata Belda, quien reconoce que los profesionales que acudieron a los primeros talleres llegaban a la Escuela "preocupados por la presencia de un nuevo patógeno que no existía en nuestro medio, pero también ávidos de conocimiento".


Sin embargo, pese al imprevisto que supuso la llegada del ébola a España, Belda confiesa que la alarma sanitaria solo ha alterado "relativamente" la vida en el centro docente "gracias a la labor de sus trabajadores, a quienes ensalza.


"Estamos muy orgullosos de los trabajadores de esta casa, ha sido espectacular la respuesta que han dado", elogia Belda.


Para quien no la conozca, la Escuela Nacional de Sanidad se encuentra en el corazón del Instituto de Salud Carlos III, en cuyo recinto ajardinado se jalonan diversos pabellones destinados al estudio científico de diferentes especialidades relacionadas con la Sanidad Pública como la Epidemiología o las Enfermedades Raras.


Su día a día es tranquilo, como el del científico, allí no se escucha una voz más alta que otra y los investigadores entran y salen con cuentagotas de los diferentes edificios, que podrían equipararse con colmenas que guardan -en lugar de miel- conocimiento científico.


Regresando a la Escuela, ésta guarda similitudes palpables con cualquier facultad universitaria. A primera vista es lo que parece, hasta los alumnos podrían ser los de cualquier otro centro de estudios de postgrado, sin embargo la percepción cambia en el momento en el que, en uno de los salones de espera, se distingue a una unidad de militares que acude al centro para realizar algún curso especializado de los múltiples que aquí se imparten.


Por lo demás, los alumnos, los despachos y las clases se suceden con total normalidad, con un sosiego que contrasta con el terremoto que suscitó, entre otros sectores profesionales y grupos de población, el contagio, por ejemplo, de la auxiliar de enfermería Teresa Romero.


"Nuestros docentes y profesionales tienen una experiencia enorme en Salud Pública de tal manera que la forma en la que aquí se vive esto no tiene absolutamente nada que ver con cómo se vive fuera de este contexto", explica Belda, quien antes de finalizar la entrevista desvela el secreto de la tranquilidad en el centro.


"Como dice el doctor Antoni Andreu -director general del Instituto de Salud Carlos III-, el miedo es producto de la ignorancia y la ignorancia se combate con ciencia", expone Belda, quien declara que "aquí -por el Instituto- tenemos la suerte de disponer de algunos de los expertos más importantes que ha dado este país en materia de salud pública". 


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