Una mirada al dolor crónico

Más de ocho millones de españoles conviven con él, la mitad de ellos, a diario y muchos, en silencio.

Una de las salas de la Unidad del Dolor Infantil en el hospital La Paz de Madrid
Una de las salas de la Unidad del Dolor Infantil en el hospital La Paz de Madrid

Eliminar los tabúes que giran en torno al dolor, el silencio que muchos pacientes guardan por temor a parecer cobardes o la resignación de quien piensa que es lógico sufrirlo cuando se tiene una enfermedad. A todo esto se enfrentan los expertos para demostrar que el dolor es evitable o que, como poco, se puede amortiguar y mucho, sobre todo porque hoy en día existen fármacos y técnicas capaces de ello. Todo un cambio de mentalidad en beneficio del paciente que lo padece.


"El dolor le arrebata la dignidad a la persona, empeora su calidad de vida y hace que el paciente carezca del sentido de mejora de su enfermedad. Por eso es tan importante tratarlo como si fuera una constante más", explica la oncóloga Ana Mañas. Claro que esta doctora es la presidenta de la comisión clínica que gestiona el premiado y reconocido programa 'Hospital sin Dolor', llevado a cabo en el hospital Universitario de La Paz (Madrid). Un centro en el que se mide y se trata el dolor, ya sea agudo, crónico u ocasionado por procedimientos, en el 100% de los pacientes. "Igual que cuando a uno lo ingresan se le vigila a diario la temperatura, la tensión, la respiración o el pulso, con el dolor se hace lo mismo. Se mide y se valora para tratarlo. Es la quinta constante", matiza la doctora Mañas.


Para ello, existen muchas escalas. Las más simples son las unidimensionales, como la visual analógica o la numérica verbal, en que se atribuye un número, generalmente del 0 al 10, a la intensidad de dolor experimentada en ese momento. Otras escalas son las llamadas multidimensionales, pues no miden solamente la intensidad del dolor sino que también evalúan la repercusión psicológica, personal, laboral... que este dolor causa. "Las escalas son de gran utilidad para analizar la evolución del dolor a lo largo del tiempo y para comprobar la eficacia, o falta de eficacia, de los tratamientos instaurados", afirma José María Muñoz, jefe de la Unidad del Dolor de La Paz.


Para medir el dolor en niños que aún no hablan, este hospital ha creado la primera escala de valoración en español, 'Llanto', una sencilla tabla por la que los profesionales sanitarios pueden saber la intensidad de dolor que padecen sus pequeños pacientes. "Para hacerla estudiamos una serie de cambios en la conducta, fisiológicos y vegetativos, que se repiten en los niños que padecen un dolor determinado. Así, a través de ellos podemos medir, del 0 al 10, su intensidad", explica Francisco Reinoso, coordinador de la Unidad del Dolor Infantil del hospital madrileño. Una medición que cambia cuando el dolor es crónico, ya que entonces lo que se valora son las consecuencias de este en la calidad de vida del paciente, dado que cuando un dolor se mantiene durante más de tres meses causa una sensibilización del sistema nervioso. Algo similar a lo que sucede con el dolor del 'miembro fantasma', aquel por el que una persona manifiesta sentir dolor en el miembro amputado. "Esto sucede mucho en las amputaciones traumáticas. Es como si el sistema nervioso se quedara bloqueado en ese último 'pantallazo', por lo que si en ese momento el miembro dolía puede permanecer así hasta un año después", afirma Reinoso.

Dolor crónico

Según Fernando Martínez Pintor, director del Instituto Universitario de Reumatología de Barcelona de Policlínica Barcelona, "cuando los médicos hablamos de dolor crónico nos referimos a aquel que lleva por lo menos seis meses de evolución. Muchas veces el paciente piensa que cuando hablamos de dolor crónico nos estamos refiriendo a un dolor que durará toda la vida, es decir, un concepto de futuro, y es exactamente lo contrario. Es un dolor que se lleva sufriendo durante un mínimo de medio año, independientemente de que el paciente mejore y se le quite el dolor en un plazo breve".


Este afecta a más de ocho millones de españoles, según datos de la Sociedad Española del Dolor, y en el 35% de los casos es músculo esquelético; el más frecuente, el de espalda. Mientras en la población infantil, uno de cada tres niños ha padecido dolor crónico, en este caso el que se prolonga a lo largo de más de tres meses. El 35% es de origen primario (sin causa aparente que lo origine) y solo un 5% se manifiesta como intenso. Los más comunes son cefaleas, abdominalgias y dolores de las extremidades.


Tal y como cuenta Muñoz, "cuando es posible, en el dolor crónico -igual que en el dolor agudo- es importante intentar tratar la causa que lo origina, ya sea una patología osteoarticular degenerativa, un proceso neurológico o una enfermedad oncológica. Sin embargo, en muchos pacientes este puede considerarse una enfermedad en sí misma, de modo que debe tratarse específicamente. Para ello, normalmente, se instaura una terapia escalonada, comenzando con la administración de analgésicos sencillos y siguiendo con otros más potentes o con procedimientos invasivos para, en función de la evolución y de la respuesta a estas medidas, ir adaptando el tratamiento a cada paciente específico, individualmente".


"Si pretendemos curar al paciente con un solo fármaco, estamos condenados al fracaso. En una reciente reunión realizada en San Diego (EE. UU.) para estudiar monográficamente la fibromialgia -que afecta al 2% de la población española- se llegó a la conclusión de que en el momento actual los fármacos tiene una efectividad solo del 25% en estos pacientes. Por eso debemos realizar tratamientos multidisciplinares, que van desde las precauciones y cuidados dietéticos a los ejercicios, con un programa de readaptación al esfuerzo, asociado a técnicas de relajación, acupuntura, mejorar la calidad del sueño, psicoterapia para el afrontamiento, todo para hacer frente a este dolor y a esta fatiga tan incapacitante. Esta psicoterapia puede ser de tipo cognitivo-conductual o con hipnoterapia", agrega Martínez Pintor.

Estado de ánimo

Un dolor que se mantiene en el tiempo repercute, y mucho, en el estado de ánimo del paciente, en su calidad de vida y en sus relaciones personales. Por eso, los expertos coinciden en que es "fundamental" buscar el bienestar psíquico del enfermo. "En el 55% de los casos al paciente este dolor le produce un cuadro con sentimiento de hundimiento vital. Eso sí, hemos de decir que tanto la depresión como la ansiedad no son el primer síntoma del paciente con dolor crónico, sino que suelen aparecer cuando el paciente ya lleva años luchando contra este dolor, diríamos que son comorbilidades del enfermo con dolor crónico", afirma el experto de Policlínica Barcelona.


"Cuando uno padece un dolor puede llegar a desarrollar unos pensamientos negativos encadenados y de carácter catastrofista y estos perpetúan, con o sin causa, la sensación de dolor. De ahí la importancia de los tratamientos cognitivos y conductuales", agrega Reinoso.

Los más pequeños

En el caso concreto de los niños, un dolor de intensidad 10 puede bajar hasta 7 cuando el pequeño tiene la visita de un amigo o ve una película que le gusta, por ejemplo. Por eso técnicas complementarias en las que se usan juegos, musicoterapia, actividades físicas de moda como el reiki o la arteterapia mejoran el estado de ánimo haciendo que disminuya el umbral del dolor.


También es importante atender a los sentimientos que genera el dolor, si bien estos son mucho menos visibles en el crónico. "En este caso, el paciente tiende más a la depresión y a la pasividad. En el caso de los niños, pueden ignorar los juguetes e incluso la figura materna y paterna", agrega el experto de la Unidad de Dolor Infantil de La Paz.


Con todo, el porcentaje de éxito de las unidades del dolor (a los que un paciente llega derivado por su médico de atención primaria) es muy elevado. "Podemos afirmar que en la mayoría de los enfermos se consigue un alivio del dolor, lo que no quiere decir que pueda eliminarse en todos los casos. El tratamiento del dolor agudo suele tener éxito en la mayoría de los enfermos y suele conseguirse un control rápido y prácticamente completo.


Sin embargo, en el crónico hay que plantear objetivos realistas, en los que casi siempre podemos conseguir mejorar la situación del enfermo sin eliminar completamente el problema. En estos casos, resulta fundamental coordinar la asistencia con la colaboración de diferentes especialistas, enfermeras, psicólogos, etc., para -con diferentes medidas- conseguir mejorar la situación y la calidad de vida del paciente.


Una vez estabilizada la situación, a menudo puede darse de alta al enfermo para que realice el seguimiento el médico de atención primaria, que podrá volver a enviarlo a la unidad del dolor en el caso de ser necesario", matiza Muñoz.


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