Pobrecica

Me tocas la cara con tus manicas, me besas y me llamas “mamá”. Cuantas veces he besado yo esas manicas regordetas y esa carica tan dulce. Anda, corre a llamar a Charo. Pobrecica mía, si eres muy pequeña todavía. Mañana cumplirás “tes” añicos, como tú dices, y parece que fue ayer cuando empezaste a andar. Menudo coscorrón te hiciste encorriendo a las palomas en la plaza del Pilar. Charo quería ponerte en el chichón una moneda de 50 pesetas. La buena de Charo, ha sido como una abuela para ti. Lo primero que dijo cuando nos mudamos: “Si necesitas cualquier cosa me llamas, que para eso somos vecinas”. Cariño, ve a llamar a Charo, sal y tócale en la puerta. Aún recuerdo cuando empezaste a hablar, no parabas y yo te decía que ibas a ser locutora. ¡Cuánto nos reíamos! Cielo, tú serás lo que quieras ser. No te asustes, cariño, lo siento, lo siento mucho, ¡Pobrecica mía! Te comería a besos y te abrazaría para no soltarte nunca, pero este repentino dolor en el pecho ya no me deja respirar.

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