Almas robadas

En pocas horas todo habrá terminado, desde el callejón de las once esquinas observo a la gente pasar hacia la Basílica del Pilar sin darse cuenta de que desde el fondo les observo, mi convencimiento de que soy invisible a los ojos de la inmensa mayoría de las personas se afianza a cada hora que paso en el callejón. Cuando me hicieron este encargo dudé en aceptarlo, no estaba segura de que fuera posible llevarlo a cabo, fueron las últimas palabras de mi cliente las que me hicieron verlo como un reto. “si consigues pasar desapercibida, que no sepan que estas ahí, conseguirás causar el impacto que buscamos”.

Y ahí estaba yo, con mi cámara, fotografiando personas anónimas, solitarias, que sin reparar en la gente que pasa por su lado caminan encerrados en sus pensamientos, tan absortos en su propia vida, que ni siquiera ven a quien cual francotirador les dispara y les roba una pequeña parte de su alma. Solo necesitaba dos almas más y la exposición “almas robadas” podría estar finalizada.

Lea todos los relatos que participan en el concurso.

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