Nacida en tierras lejanas, con un océano de por medio. Con raíces que dan la vuelta al mundo. Sintiendo que mi sangre traspasa y borra fronteras. Sabiendo de mis antepasados nómadas en busca de riqueza, bienestar, aventuras, amor… ¿Debería ser como ellos? ¿Es acaso falta de ambición?

Me sorprendo de mis sentimientos hacia esta tierra. Tierra que no me vio nacer, pero que me vio crecer. Tierra a la que me siento unida y conectada. Y ahora más que nunca, que vuelvo tras unos años lejos de aquí.

Admiro los atardeceres, admiro la nobleza y simpatía de la gente, el acento me hace sonreír… y estoy segura que el cierzo antes no tenía tanta fuerza.

Estoy deseando reencontrarme con lugares que conservo en mi memoria: Ordesa, Broto… volver a oler el Pirineo, volver a sumergirme en su belleza, volver a ver y sentir la inspiración que evoca su naturaleza.

Mi tierra me vuelve a dar la bienvenida. Lo que soy, mi corazón y mi familia están aquí. ¿Qué más puedo pedir?

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