Tierras de Aragón

El día empezaba a ver sus primeros rayos de sol. Una fresca brisa entraba por la rendija que mi padre había dejado en su ventanilla.

Yo todavía dormido, podía sentir ese olor a tierra fresca, tierra roja, tierra que nuestros antepasados habían trabajado de sol a sol, que se mezclaba con los aromas de las cepas, de las uvas aún verdes, que empezaban a recibir los primeros calores del verano y que al final del otoño se convertirían en vino. Vino que nos dio y nos da la vida.

Estaba en mi pueblo, en Cosuenda, tierra que hace latir fuerte al corazón, esta tierra es Aragón.

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