Un sueño largo tiempo olvidado

Anoche imaginé, por un instante, que volvía al Regio Pabellón árabe: su camino, el fastuoso enrejado, los árboles que lo flanqueaban y su delicioso jardín. ¡Qué tiempos aquellos! Corría el año 1864 y yo era un joven letrado al servicio del Sr. Matheu. Llegué a Alhama de Aragón para ultimar los detalles ante la visita de SS. MM. Recuerdo perfectamente la primera impresión al ver aquel templete de ensueño al caer la tarde, creando el sol misteriosas sombras en sus arcos, paredes, puertas y artesanados.


No pude salir hacia el pueblo hasta bien entrada la noche; la luna brillaba en lo alto y, al abrir la cancela, creí escuchar un ligero murmullo en el viento. Volviéndome, descubrí a una grácil muchacha corriendo entre los rosales; traté de alcanzarla, pero se disipó bajo un tímido rayo de luz. Aquello dejó una profunda huella en mí y, desde entonces, no he vuelto a verla hasta hoy. Quizás, este reencuentro sea una señal inequívoca de que me toca partir, ¡quién sabe si hacia un lugar mejor!

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