El principio del fin

No deja de llover, llevamos días sin noticias de otras ciudades. Los siluros que aparecieron en la Plaza del Pilar no parecían sospechosos y sus bigotes quedaban simpáticos en los selfies de los turistas. Nadie se preocupó de averiguar cómo llegaron hasta allí, por qué sus amplias bocanadas les permitían sobrevivir fuera del agua. Heraldo de Aragón informó días más tarde de una extraña mutación y que los siluros habían alcanzado la Plaza de España. Se solicitó colaboración ciudadana para devolverlos al Ebro pero nadie quería tocarlos, así han ampliado su territorio. Bloquean portales, ciegan alcantarillas y ya son tan grandes que ni las excavadoras los arrastran. Por la radio dicen que permanezcamos tranquilos en nuestras casas. Se nos recomienda aislar puertas y ventanas porque se prevé que con las lluvias, el nivel de las aguas nos obligará a permanecer sumergidos durante semanas. También dicen que todo acabará en verano con la sequía y que los siluros no se alimentan de humanos.

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