Cuestión de tiempo

Se sienta en un banco a reflexionar. Al abrigo de los árboles del parque no siente el cierzo.


Ya está todo planeado, hasta el más mínimo detalle. Lo ha repasado de nuevo y es consciente de no haber dejado ningún cabo suelto. Sólo le falta decidir dónde deshacerse de los restos. Ha barajado varias opciones, pero sabe que la mejor es enterrarlos en Los Monegros. Nadie encontrará nada allí y, si así fuera, ¿un montón de huesos esparcidos por el desierto…? No habrá forma de identificarla y él ya tiene su coartada perfecta.


El problema es el otro. Será más difícil acabar con él, pero, al menos, ya sabe dónde esconder el cadáver. El pozo de San Lázaro, inaccesible, oscuro, desconocido. Unas cuerdas, unas pesas y bye, bye… juntos toda la eternidad. Siguiendo vuestros deseos, su regalo de despedida.


Todavía no está todo preparado y hay que volver a revisar el plan una y otra vez… pero sólo es cuestión de tiempo, amigo… solo cuestión de tiempo. Nadie juega conmigo

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