Amor inmortal

Cuando terminó su amor platónico no sabía que alguien más volaba a su alrededor, no era consciente de que surgiría una gran amistad.


Sentía palpitaciones, necesidad de verlo, de observarlo, de mirar sus ojos negros, de seguirlo a todas partes que podía porque era su motor para vivir.


Necesitaba más, no se conformaba con una mirada o una sonrisa lo quería todo, absolutamente todo, se había vuelto egoísta.


La vida en aquellos momentos no iba a ser fácil, tendrían que ser fuertes para luchar por su amor. Alguien se había cruzado en sus caminos, tendrían que librar una batalla que parecía no tener fin.


Amores fugaces que dejaron mucho lastre a su alrededor por egoísmo, por no entender que el amor es libre, que jamás se puede condicionar a dos seres a amar de verdad.


El tiempo pasaría y no por casualidad simplemente porque el destino así lo quería, porque nada ni nadie seria un obstáculo.


Encuentros furtivos como dos adolescentes, donde el tiempo se paraba, donde el mundo dejaba de existir, era una locura sin dirección que llegaba al principio de un final feliz.


Aquel día en Zaragoza, no hubo palabras, una mirada basto para sellar su amor hasta el fin de su existir.

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