El solitario

Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el bolsillo de su pantalón.


Cada mañana a la hora del recreo afilaba los lápices de colores, buscaba con delicadeza una nueva hoja en blanco y pintaba. Pintaba los árboles, los bancos donde se congregaban grupitos de chicas a contarse sus cosas, las canastas, los chicos que jugaban al fútbol, los balones que volaban de un lado a otro del patio del colegio de los Agustinos de Zaragoza...Y sentado en un rincón, un niño con un lápiz y un cuaderno.


Después, lo recogía todo; y el día que conseguía que los demás no lo hubiesen encontrado, devoraba el bocadillo que le había preparado su madre.


Lea todos los relatos que participan en el concurso.