Un año más

Como cada día las calles se despiertan despacio, el sonido de la rutina comienza a escucharse.


Y, como cada mañana, veo pasar la ciudad a través del cristal. Pero hoy no es un día cualquiera. Hoy no hay casi nadie en los vagones y los pocos que me acompañan todavía tienen la noche pintada sobre el rostro. El tranvía cruza el puente y los rayos de la mañana se reflejan sobre el río. Me fijo en el Pilar, como siempre hago, pero esta vez con otros ojos, con otra mirada más intensa. Cuando su imagen desaparece de mi vista, el recuerdo queda en mi mente. Ha pasado un segundo y ya lo echo de menos.


El aroma de las flores que porto entre los brazos me rodea y me sumerge en los recuerdos de otros años y de las personas que ya no están. Mi mano derecha acaricia la rugosa tela del traje regional que llevo sobre mi vientre que ya proclama un futuro que se avecina. Ellos ya no viven pero nunca dejaré que mueran del todo.


Parece un día cualquiera del calendario pero no lo es.


Nunca lo es.


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