Carta para Miguel

Te has ido y necesito hablar. Los chicos en el colegio y solo te tengo a ti. Me siento sola e insignificante. Te marchas porque hay que trabajar y llegar a Cadrete, ese pueblo de Zaragoza, que hoy te ha regalado faena. Dirás que tengo que estar contenta, ahora que va a haber dinero.


¿Hasta cuándo? Un mes, lo que te va a durar el contrato. Corta y raquítica alegría y gordas y largas las necesidades. No me digas, otra vez, la manida frase de “hay que ser positivos”. Trabajo permanente para todos se precisa. No se puede vivir llevando a la gente a pasar hambre, pues también están acabando con los sueños y esperanzas de un futuro mejor. Los amigos elevaron el vuelo, se esconden o no salen por no gastar. Entonces, mi mente me grita que no estoy sola, que despierto y me acuesto en mi casa contigo y con los niños.