El centinela

Cuentan los mas ancianos del reino, que los viejos muros de la catedral, no solo atesoran desde tiempo inmemorial la fe de los que allí creyeron; asimismo, custodian celosamente el tiempo y la memoria en ocasiones enredada. Aquellos muros fueron testigos de excepción, testigos silenciosos que no callados, del solemne juramento que lo cambió todo. Sus milenarios sillares aún susurran a todo aquel que se preste a escucharles, la soberbia premisa de “Nos que valemos tanto como vos, os hacemos nuestro Rey y Señor, con tal de que nos guardéis nuestros fueros y libertades, y si no, No”. Así pues Fernando juró; juró ser Rey de Aragón, y con ello selló la promesa de un nuevo mundo. Todos los allí citados para tan magna ocasión desaparecieron ya, tan solo nos quedan esos viejos muros como inquebrantables centinelas de la verdad, dando pétreo testimonio para el que quiera saber y silenciando así, la vileza de aquellos que presumen de dignidades que jamás tuvieron.


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