La ruptura

Caminaba hacia atrás como en un sueño, retornando al sitio de su partida. En aquella casa desordenaba la almohada y volvía a deshacer la cama, semejante a cuando yaciese en ella. Sus pasos se guiaban entonces hacia la cocina, donde un cadáver extendía sus miembros sobre las losas bruñidas. Aquel crimen se disipó al filo de las seis de la tarde, hora en que se percató de que retrocedía a través del tiempo en un periplo inexorable. Luego, pisando tierras de Aragón, dejó Madrid y regresó a su infancia, los días se acortaban cada vez más y su sufrimiento y consciencia de la existencia se anuló por completo, hasta que poco a poco se diluyó y fue menos que nada, desapareciendo al punto en un océano de luz.


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