Podría haber sido así

Papá, ¿cómo empezó la ofrenda de flores?


Miguel empieza a contar:


Érase una vez un lugar donde todos los 12 de octubre sus habitantes más ilustres se engalanaban para celebrar una ofrenda de flores a su Virgen vistiendo sus mejores atuendos.


Miles de plebeyos acudían todos los años embelesados por las ricas galas de los que conmemoraban el aniversario y soñaban con formar parte del desfile, pero un edicto prohibía que todo hombre sin cuna se uniera a tales festejos.


Hasta que un año, un joven humilde, que no se conformaba con verlos pasar, se atavió con su mejor traje de faena y con gran arrojo, se unió a la procesión con un precioso ramo de flores que él mismo había cultivado.


En cuanto los nobles se percataron de la presencia del mozo trataron de impedir que entregara su presente. El resto de los habitantes de la ciudad, viendo la osadía del joven, se unieron a él en la ofrenda portando rosas y claveles y arrojándolos a los pies de su Virgen.


Y así empezó Raúl.


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