Los amantes de La Aljafería

Ella, turolense con un vestido de aragonesa de principios del XIX. Él, normando con traje de capitán francés de la misma época. Los dos, jóvenes y bizarros con el pulso latiendo fuerte.


Desde la primera vez que sus miradas se cruzan ya no pueden separarlas. A las puertas de La Aljafería, se escapan de sus puestos para caer el uno en los brazos del otro y desaparecer del escenario entre velos de humo y olor a pólvora.


Nadie piensa que aquello forme parte de la coreografía de la recreación de ese año. Por el contrario, pronto nace la idea de que son los espíritus de dos amantes muertos en la capitulación de las fuerzas aragonesas frente a las francesas, quienes han tomado forma corpórea ante sus ojos.Así se propaga el nacimiento de una leyenda. Una leyenda que la gente está dispuesta a defender como cierta porque necesita creer en cuentos fantásticos que les distraiga de sus anodinas realidades.


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