Pensamientos y locuras de un joven

Ha amanecido otro día y me encuentro en pleno corazón de Zaragoza, en la plaza más transitada. Me refiero a la plaza del Pilar. Aquí es donde vivo ahora, mi nuevo domicilio y mi lugar de trabajo. Todo mi patrimonio lo he invertido en esta plaza, he abogado por ella, y sé que no me abandonará. Formo parte de este paisaje, soy una pieza más de esta metrópolis. Aquí me siento valorado y me siento útil. No paso desapercibido ante los ojos de los “Normales”. Llevo el cartel de “Vagabundo” escrito en mi rostro cabizbajo y acosado por las arrugas que ocultan mi temprana edad.

He aprendido a ser mago. Mis cartones los he convertido en tabiques de mi hogar. Las cuerdas de cáñamo me han servido para distribuir las puertas y ventanas, mis bolsas llenas de cacharros han pasado a ser electrodomésticos. Mis harapos siguen siendo trajes a medida de otros, y mis agujereadas alpargatas se han convertido en buzón para correspondencia.

Cada noche construyo un nuevo hogar, a cuenta del que un día destruí.



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