El muerto de la Cuenca de Aragón

Lo encontraron muerto, estaba tendido boca abajo sobre sombras y piedras esa mañana fría. Caían hojas secas de un árbol, y el sonido interminable del agua quería decir algo. Ninguno de los presentes lo reconocía. Hay algo miserable en el hecho, que no vale la pena mencionar, por la forma como quedó el cuerpo. Saña y guadaña se juntaron al mismo tiempo, para acabar con la vida de este hombre. Una mulata al verlo comenzó a llorar.


-¿Lo conoce?-pregunta el de la Guardia Civil


-No, no lo conozco -responde aun llorando


-¿Y por qué llora entonces?


-¿Acaso usted no tiene sentimientos humanos?


Cubrieron su cuerpo, improvisaron una cruz con ramas de pinos rojos; rezaron un rosario para que su alma no penara, y algunas flores del camino sirvieron para hacer una ofrenda floral al extraño que yacía muerto, en la Cuenca del Aragón.


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