Anoche tuve un sueño

Llevo días buscándote bajo ese manto de luz que cada mañana se posa sobre tus campos. Armándome de valor me hice una promesa, y te soñé, igual que si fueras el más hermoso de los deseos. Te vi entre lágrimas de plata de tu río Ebro y coronada por la nieve de unas montañas teñidas con el color de tu nobleza. Sin embargo, lo mejor fue descubrirte entre las siluetas de las palabras. Me pregunté por qué me elegiste a mí, pero responder a esa pregunta es como pedirle algo de cordura al Quijote de la Mancha. Pensé que el mundo pertenecía a los locos, igual que si toda mi vida hubiese sido un falso espejismo. Eso, al menos, fue lo que sentí cuando inundé mis sentidos de tus secretos. Leer es habitar un lugar con nieve, pues en cada párrafo, en cada línea, en cada frase, la realidad y los sueños se funden en una metáfora donde las palabras iluminan a una nueva vida. Es verdad, anoche tuve un sueño, que se hizo realidad entre las hojas del libro que me hablaron de ti, Aragón.


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