Volveré

Paseaba por Independencia cabizbajo, caminando lentamente, buscando que las agujas del reloj se ralentizaran a mi paso. Llegué a la Plaza del Pilar, y mientras las palomas revoloteaban a mi alrededor, yo observaba la Basílica, conteniendo las lágrimas, con la firme esperanza de que pronto la volvería a ver.


El taxi me dejó en Delicias a mitad de tarde, el cierzo me golpeaba la cara, como intentando frenar mi marcha, pero la decisión ya estaba tomada. Entré a la estación hecho un manojo de nervios, tenía mucho miedo de lo que estaba por venir, trataba de convencerme a mí mismo de que me dirigía hacia las oportunidades que aquí no había logrado encontrar, que el futuro que me esperaba era el mejor.

El tren estaba ya saliendo de Aragón, pero estaba seguro de que esta vez el viento soplaría a favor, y que pronto volvería a mi tierra con la experiencia suficiente para poder quedarme en la ciudad de la que nunca me quise mover.


Te prometo una cosa Zaragoza, volveré, te juro que volveré.


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