La princesa y el guerrero

Cuentan los que la vieron que la princesa lloraba mientras partía para casarse con quien no quería. Que su amado guerrero que atrás dejaba marchó tras ella y cuando llegó para liberarla, la princesa yacía víctima de la desazón. El guerrero regresó a su reino y desolado, se tumbó sobre la tierra donde murió de pena.


Y aquellos que lo afirman cuentan también que con el tiempo el sedimento fue cubriendo el cuerpo del guerrero y que así se formo el Pirineo. Y los ríos que por sus laderas bajan son sus lágrimas que de sus ojos aún desprenden.