Amado monstruo

Hace mucho tiempo, en un país lejano, muy lejano, vivía un dragón que no escogió ser tan temido como odiado. Aunque tenía un gran sentido del humor, a la gente no le hacía ninguna gracia acabar en sus fauces. Hizo correr el rumor de que deseaba convivir en paz con sus vecinos humanos, y el rumor se propagó como la pólvora –incluso antes de que ésta fuera inventada-.


Un día un caballero de nombre Jorge que no pasaba por allí por casualidad, decidió matarlo. Es cierto que podría haber tomado otra decisión, pero entonces esta historia sería distinta. Cuenta la leyenda que el dragón, que nunca había abierto un libro, ese día tampoco se puso a leer. Y sin venir a cuento él mismo escribió la última página de su vida, pero en lugar de poner punto y final eligió pasar a la posteridad.


Érase una vez una criatura indefensa que nunca quiso hacer daño a nadie, si bien no podía luchar contra su propia naturaleza ni contra los escritores que creen en buenos y malos, en princesas y santos varones.