San Valero

Aquella fría mañana de enero traía rachas de cierzo, y nubes amenazando lluvia, desapacible total.


Solo llevaba debajo de su bata de lana del Pirineo, un camisón azul, una chaquetita de punto que cogio de su armario y unas zapalillas de piel sin calcetines.


Le habían dicho que la operación había sido todo un éxito, pero tendría que guardar reposo absoluto durante bastante tiempo.


Cuando por la mañana entró la enfermera con el termómetro, la habitación estaba vacía, las gomas del gotero esparcidas por el suelo.


Buscaron a Pilar por todo el hospital, no encontraron a nadie que la hubiera visto.

La policía fue alertada, encontrándola en la plaza de su nombre haciendo fila, esperando su vaso de chocolate y su pedazo de roscón.


En esta ocasión no queria hacer una escepción, hacia más de veinte años que no fallaba a su cita con el santo.


Autor: Jesús Claveria Claveria