Camino conocido

Hoy a las 9.45, he quedado con mi novia en Banco de España, un poco alejados de Puerta Cinegia, que es donde se reúne todo el mundo. La noche ya ha ganado la partida al día en una amable jornada de primavera, sin cierzo. Mientras salgo de casa, busco el camino más corto al centro de la ciudad: Cesáreo Alierta, Constitución, Isaac Peral, Plaza de Santa Engracia y Paseo de la Independencia.


No sé cuántas veces he recorrido el mismo camino. Los edificios, las tiendas en los bajos, el Gran Hotel me recuerdan por dónde tengo que girar para llegar mecánicamente a mi destino.


Me parece que fue ayer cuando paseaba con mi exmujer empujando el carro de mi hijo o cuando visitaba a mi amiga Conchita en su piso de la calle Alfonso. Todo sucede rápido mientras apresuro el paso para llegar a mi hora.


Todo acontece en un abrir y cerrar de ojos. Demasiado rápido para paladearlo; para darse cuenta que tu ciudad natal te cobija y te mece como una madre cuida de su hijo en la cuna.