Lluvia y sol

Creo que hace frío fuera. Entre las cortinas se escurre un haz de luz gris, apagada. Oigo a Ramón en la cocina, la cafetera, tazas. Miro el reloj de la mesilla con pereza. 7:07. En 5 minutos entrará canturreando en la habitación, cuando se haya leído las noticias y el café haya subido. Me retuerzo bajo el nórdico, ahueco la almohada. Seguro que llueve. Como prácticamente cada día. Cómo echo de menos Zaragoza, la luz atravesando las persianas al despertarme, el entornar los ojos al salir del portal, el reflejo del sol en las baldosas claras del patio. La primavera. Los parques. El cierzo azotando los árboles. Los niños jugando en la plaza, su risa. La vida en la calle. Huelo el café, Ramón entra en la habitación. Buenos días, princesa, murmura, mientras me besa. Ronroneo. Me olvido de mi casa, de los parques. Y ya no me importa la lluvia, la luz grisácea, la distancia. Sale el sol, como cada mañana, cuando él me despierta. Y ya poco importa el clima que hace fuera. Sale el sol.