Otro cuento de dragones

None

La señora Alda Mía, originaria de Aragón, empezó el día buscando a su dragoncito, nombre cariñoso que el minino se había ganado al aparecer de sopetón en su corral un 23 de abril hacía ya tres años: de perseguirlo con un palo de escoba, había pasado rápidamente a adoptarlo ante su por sortearla y saber esconderse sabiamente por los diferentes rincones de la casa. Y más aún por saber respetar horarios y pertenencias de la que se consideraba ya su dueña. Con la ilusión de hacerlo aparecer, preparó un asado, esperando impacientemente a que estuviera listo sin dejar de llamar a su compañero. No obstante, al sacar la carne, comprendió que no todo siempre era tan malo: tenía buena pinta, olía estupendamente y, curiosamente, había más carne en la bandeja de la que recordaba haber metido.

Elena Aísa Lamarca