Flor ruidosa de primavera

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Un año más, como todas las primeras lunas llenas de cada primavera, despierta de su letargo anual el imponente bombo de Semana Santa.


Tras el largo invierno, un año más estira su piel y tensa sus musculos para su intenso y azaroso existir, sujeto por su correa y animado por su rígida y disciplinada maza reclama el sentir de su pueblo y sus gentes. Dócil y fuerte a la vez auna sus esfuerzos con sus antiguos compañeros con los que tantos años por estas fechas se ha paseado ufano y desafiante por su pueblo, el que le vio nacer.


Su seco, duro y estruendoso sonido intenta enmudecer a todos los demas, aunque solo consigue un ritmo melodioso y pegadizo que suena a compañerismo, tradición, amistad, pasión y amor por nuestros pueblos y sus habitantes.


Y como una flor de primavera, tras sus 46 horas de azarosa vida desaparecerá hasta el proximo año. Recogido a resguardo del polvo y la intemperie en algún viejo mirador de la casa del pueblo esperará paciente, MI BOMBO.

David Breto Guallar