Filomeno Pastor Díaz, fue hijo de Pascual Florencio Pastor Ruiz, quien un feliz día conoció lo más soleado de los Díaz: doña Arcangélica Díaz Ruiz (mi bisabuela).

Soy bisnieto de Filomeno; él vino de Huesca a fines del siglo XIX en un herrumbroso barco de esa época. Su hijo, o sea mi abuelo, respetuoso a ultranza, del apellido, se dedicó a criar ovejas en el norte del Chubut.

Pastor, por supuesto fue mi padre que insistió con el apellido al punto de pastorear chivas y ovejas heredadas de mi abuelo lo hizo con la ayuda inestimable de “Zarco” un pastor alemán (perro, claro).

Pastor soy yo que, por los devenires en el precio de la lana, abandoné la tradición campera y que con una Biblia en la mano, pastoreo almas, cuido mi rebaño predicando la doctrina evangélica a quienes buscan salvación y gloria. ¡Aleluya por los pastores de almas, por los pastores de cabras, por los pastores de ovejas y por los Pastor que dejando Aragón se vinieron a Chubut!