Perseverancia

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En todos los pequeños pueblos del Alto Aragón, repentinamente se había declarado una epidemia de felicidad y de alegría. Por fin, fue recuperada la dignidad y la historia en cada uno de las aldeas de la comunidad. Después de tantos años de paciencia Santa, pues de asuntos religiosos se trataba, el Vaticano había puesto orden a las continuas negativas entre sus propias filas y el tan poderoso contubernio político-religioso, por primera y definitiva vez, había sido vencido. De nuevo se recuperarían la asistencia masiva a las iglesias de la región, hay que reconocer el éxito, pues hubo de ser necesaria la huelga de misas vacías, para que por fin se tomara en serio la demanda. Los juegos florales y las procesiones se celebraban en cada rincón de cada humilde aldea del norte de Aragón. Cada domingo volvía a ser una fiesta. Ciento trece pequeñas partes del corazón de los aragoneses, reposaban de nuevo en su verdadero hogar.


Todavía no me encuentro con fuerzas suficientes para datar de una fecha éste añorado y justo documento.


José Luis Bescós Guillén