A primera vista

None

Cuando tenía 15 años, conocí a un señor muy misterioso, era proveniente de Aragón. Me contó historias fascinantes sobre su infancia en España, peripecias de su vida pasada. Eso no lo hacía misterioso, lo que más me llamaba la atención era que le faltaba el ojo izquierdo. Cuando le preguntaba el porque de su “defecto” siempre me cambiaba de tema. Según sus relatos había sido un chico curioso y por querer mirar donde no debía, perdió su ojo y todavía lo estaba buscando.

Me hacía reír mucho con sus anécdotas, siempre nos veíamos en algún lugar oculto, porque me decía que era muy tímido. Seguramente los demás iban a burlarse de el.


Un día me pidió que probara un extraño brebaje que había preparado para mí. Recordé los consejos de mi madre que me decía que jamás aceptara regalos de extraños, pero él no era un extraño, era mi mejor amigo.


Lo bebí y seguimos hablando por unos minutos, cuando empecé a sentirme algo mareado, entonces me desmayé.


Desperté varias horas después, en medio de la calle y con un bisturí en la mano.


Corrí confundido hasta mi casa, se me dificultaba mucho ver, estaba todo muy oscuro. Encendí la luz y me miré al espejo, tenía un parche en el ojo izquierdo.


Pablo Salazar