Comprometidos para construir un futuro mejor

En la última década, alcanzar la Responsabilidad Social se ha convertido en una de las metas de las organizaciones.

Las prácticas responsables tienen un compromiso social, ético y medioambiental.
Las prácticas responsables tienen un compromiso social, ético y medioambiental.

Una empresa socialmente responsable es aquella que va más allá de las exigencias legales, que aplica la transparencia en su gestión y que integra de forma voluntaria iniciativas y prácticas responsables con un claro compromiso ético, social y medioambiental. Así define el Gobierno de Aragón la Responsabilidad Social de las 377 organizaciones que este lunes recibieron los Sellos RSA y que acreditan el cumplimiento de estos preceptos.

Se trata, desde los agentes –públicos y privados, con y sin ánimo de lucro–, de contribuir de forma activa a la mejora de la sociedad del presente para construir un futuro más próspero económica y socialmente. Este compromiso, aunque tiene un largo recorrido en el tiempo, ha ido ganando peso en los últimos años, a la vez que los consumidores han aumentado sus demandas y exigencias a las empresas y otras entidades.

Valores

Las políticas efectivas de igualdad entre hombres y mujeres, el respeto al medioambiente, la conciliación de la vida laboral y familiar de los trabajadores, la inclusión en la plantilla de personas con capacidades diversas o el compromiso con los Derechos Humanos son algunas de las líneas en las que trabajan las diferentes organizaciones. Estas normas autoimpuestas se encuentran establecidas dentro de sus planes de Responsabilidad Social Corporativa.

A medida que los sistemas jurídicos –tanto nacionales como internacionales– han ido aumentando sus requerimientos legales a las organizaciones, la sociedad también ha tomado consciencia de la importancia de la responsabilidad y se ha erigido como un observador crítico de la actividad de los distintos tipos de entidades, exigiendo una mayor implicación por parte de las compañías en el progreso común. Con la persecución de este fin, al que las grandes organizaciones destinan anualmente partidas que, en algunos casos, alcanzan sumas millonarias, además de contribuir activamente al desarrollo de las distintas comunidades, se convierten en constructores de un futuro cada vez más humano.

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