FAROLES MONUMENTALES

Una sinfonía de colores para honrar a la Virgen

Desde la carabela Santa María a la Sagrada Familia o la Vida de Santo Domingo de Val, el Rosario cuenta con faroles monumentales que constituyen, también, un canto a la Virgen del Pilar

El Templo del Pilar. Este farol está compuesto por 30.000 piezas de cristal y fue elaborado por el abogado de Épila Policarpo Valero y Bernabé
Una sinfonía de colores para honrar a la Virgen
OLIVER DUCH

La procesión del Rosario de Cristal entra en su momento más colorido y singular tras el paso de los faroles de los misterios. Doce faroles y carrozas honran a la Virgen de muy distintas maneras, en una marcha heterogénea en la que, también, se rinde culto a Santo Dominguito de Val o se recuerda la Hispanidad, la Sagrada Familia...


En su último tramo, el Rosario de Cristal, sin dejar al margen la devoción, se erige en sinfonía de luz, cristal y color. Y lo hace con instrumentos muy variados, que no hacen sino poner de manifiesto la rica y heterogénea historia que posee. Hay faroles que deben su existencia a momentos históricos muy concretos (el del Alcázar, por ejemplo), o a promesas concretas de quienes lo encargaron. Se incluyen otros que, en realidad, son esculturas o grupos escultóricos. Cada pieza tiene tras de sí una historia llena de significados.


Por ejemplo, casi nadie sabe que el Farol de la Asunción de Nuestra Señora fue donado por los remolacheros españoles en fecha tan reciente como 1956. La escena central, bellísimamente configurada, es una Asunción. Aún hoy es portado por los remolacheros y azucareros.


Quizá el farol que mejor representa el fervor mariano es el de los Santuarios. En su basamento están representados, en artísticas vidrieras policromadas, los principales templos de España, con lugar predominante, como es lógico, para el Pilar zaragozano. Pero están también los santuarios de Covadonga (Oviedo), Nuestra Señora de las Angustias (Granada), Nuestra Señora de Ajué (Navarra), Nuestra Señora de los Desamparados (Valencia), Nuestra Señora de Salas (Huesca), la Almudena (Madrid), la Santa y Angélica Capilla de Zaragoza, Nuestra Señora de la Vega (Teruel), Begoña (Bilbao), Guadalupe (Extremadura), la Fuensanta (Murcia) y Monserrat (Barcelona). Y todo ello está coronado por una imagen de la Virgen del Pilar a escala real y culminada con la Corona de las grandes solemnidades.


La historia más anecdótica

El que tiene una historia más sorprendente es el Farol de la Marina. Federico García Sanchiz, el conferenciante más famoso de las primeras décadas del siglo XX, un charlista que recorría España de punta a punta deslumbrando a todo el mundo con su verborrea, contempló un día la procesión del Rosario y se quedó impresionado de su belleza.


Y luego, durante una de sus famosas charlas en Zaragoza, en el año 44, lanzó un reto que en principio parecía imposible: dijo que, dado que el Papa Pío V mandó rezar el Rosario al pueblo de Roma mientras se estaba librando la batalla de Lepanto, y dado que instituyó la Fiesta de la Virgen de las Victorias (después conocida como la Fiesta del Rosario), había que construir un farol que recordara dichos hechos históricos. García Sanchiz aún fue más lejos en su conferencia: dijo que nadie mejor que el Ministerio de Marina para construirlo.


El ministerio recogió el guante y el farol acabó construyéndose en la Base Naval de Cartagena. El elemento principal que lo inspiró es el fanal o farola que ostentaba la proa de la galera que capitaneaba Alvaro de Bazán. Salió en procesión por vez primera en 1945 y aquel año fue portado, como era de esperar dada su procedencia, por soldados de marina venidos expresamente para ello desde la Base Naval de Cartagena.


Otro de los que tiene una historia curiosa tras de sí es el farol 'de la Promesa', o al menos así se le conoce popularmente, aunque su nombre oficial sea el 'del Angelus'. Diseñado y construido en los Talleres Quintana, la idea original fue de Rogelio Quintana, que prometió que, si sus hijos regresaban sanos y salvos de la guerra civil, construiría gratuitamente un farol para el Rosario.


El motivo elegido fue el Angelus, y la vidriera central representa la escena de la Anunciación del Arcángel San Gabriel a María, recogida en oración en su casa de Nazaret. Alrededor del farol hay ramos de flores con tulipas y doce estrellas que sirven de corona. Es uno de los faroles más apreciados por los seguidores del Rosario de Cristal.


Pero, en este terreno, el más querido, el que despierta murmullos de admiración a su paso, es el farol del Templo del Pilar. Lo construyó un abogado de Épila, Policarpo Valero y Bernabé, en acción de gracias a la Virgen del Pilar, a cuya mediación adjudicaba el haberle curado de una gravísima enfermedad. Más de 30.000 piezas de cristal fueron necesarias para reproducir fielmente la basílica, en un trabajo que tuvo ocupado al abogado aragonés durante más de un año. El farol hizo su primer recorrido en 1872 y fue ovacionado por los zaragozanos a su paso. Desgraciadamente, una obra tan monumental es excepcionalmente delicada, y por ello tuvo que ser restaurado en 1895 (ya entonces se le completaron las torres, antes de que el propio edificio las tuviera) y en 1993, cuando estuvo a punto de quedar completamente arruinado. Hoy, el farol del Pilar, llevado por los vecinos de Movera, vistosamente ataviados, despierta la misma admiración que hace cien años.