La bici eléctrica empieza a despegar

Desde un kit acoplable a una bici convencional hasta una mountain-bike con sistema integrado de asistencia al pedaleo, las ofertas son muy amplias, pero siempre saludables.

David Arribas y Óscar Gómez con tres modelos de bicicletas eléctricas
David Arribas y Óscar Gómez con tres modelos de bicicletas eléctricas
Aranzazu Navarro

Aunque el concepto se remonta a los antiguos ‘velosoles’ de gasolina, las bicis eléctricas empezaron a desarrollarse en Europa hace tan solo unos 15 años. Al principio fracasaron: con sus pilas de plomo y níquel daban escasas revoluciones, tenían poca autonomía y pesaban muchísimo. Además, las recargas eran complicadas y el servicio post-venta era prácticamente inexistente. Todo eso ha dado un giro de 180 grados. Al igual que los teléfonos móviles, ahora van con pilas de litio, tienen una amplia autonomía (hasta 160 kilómetros, según los modelos) y ofrecen amplias prestaciones, por un abanico de precios que oscilarían entre los 400 y 500 euros por un kit para acoplar a una bicicleta independiente hasta 4.000 o 5.000 por modelos integrados de muy alta gama. Siempre con marcas solventes detrás y, por tanto, con un mantenimiento asegurado.


Pero el coste medio no es ni mucho menos tan caro. Una bicicleta eléctrica de uso urbano y válida a la vez para recorrer vías verdes de la marca Bosch, (también están Panasonic, Sanyo, Samsung, Yamaha, Simano o Sram), puede costar entre 1.700 y 1.800 euros, y una bici de montaña, algunas de las cuales ya se acercan a ese precio sin motor, subiría a unos 2.500 si es eléctrica, explican David Arribas y Óscar Gómez, dos de los socios de la cooperativa Recicleta, uno de los establecimientos con solera del medio centenar dedicados a las bicicletas que hay en Zaragoza.


Reconocen que en los últimos años hubo "un parón" en este mercado, "pero ahora mismo estamos pegando un salto, tanto en kit eléctrico como en bici deportiva. En estos momentos se está duplicando lo que se hizo el año pasado en eléctrico", afirman. Atribuyen este "repunte" a la mayor información, a la comprobación de las amplias posibilidades que ofrecen estos vehículos, a la mejora de las prestaciones y la propia estética de las bicis y a que "se le está perdiendo el miedo a una respuesta post-venta y técnica que antes era muy endeble. La gente se da cuenta de que vale la pena".


Entre otras cuestiones, apuntan que la amplia casuística de usuarios de bicis eléctricas incluye por ejemplo a una persona a la que falta un pulmón y había tenido que dejar la bici sin motor, otro con problemas de corazón, otro al que un cáncer con metástasis atacó al fémur de una pierna y no podía hacer fuerza, o mucha gente que simplemente ha perdido facultades y ya no puede seguir a sus colegas en grupo o en montaña cuesta arriba y con el soporte eléctrico, sí.


"Ver a gente que estaba a punto de dejar una de sus mejores aficiones, que además es importante para su salud, y que han vuelto a coger la bicicleta y la usa todos los días es una gran satisfacción", apuntan los socios de Recicleta. También señalan la idoneidad de los modelos urbanos para gente que va a la oficina o a algún polígono, a menudo con viento y a veces con calor, "sin llegar asfixiada".


Las bicis eléctricas, en cualquier variante, tienen la misma regulación que una bici convencional, porque el motor solo es un sistema de asistencia al pedaleo. Si no pedaleas, no se pone en marcha (salvo una aplicación limitada a 6 ó 7 kilómetros por hora para que puedan arrancar personas con alguna dificultad física). Pero en general, solo pueden alcanzar un máximo de 25 km/h y también tienen la potencia limitada a 250 watios.


Es cierto que hay modelos y marcas que saltan estos parámetros y llegan a 400 w. y hasta 45 km/h. Pero en teoría ya necesitarían matrícula y seguro, al ser equiparables a un ciclomotor, y por tanto tampoco podrían acceder a pistas de montaña con circulación prohibida para vehículos a motor. En general, el mantenimiento es barato y, salvo la rotura de una pantalla en una caída, solo hay que cambiar la batería (200 o 300 €), según el uso que se le dé, a los tres o a los cinco años.

Piezas básicas

El sensor de pedaleo activa el motor. Un display o pantalla de control indica los niveles de asistencia y batería, la velocidad, la distancia recorrida y, en modelos más avanzados, conexión al móvil para recibir mensajes.

Uso urbano

Entre las bicis urbanas, las plegables son muy prácticas. La Quipplan con batería integrada y motor delantero es muy ligera, asiste hasta 25 km/h y tiene 60 km de autonomía. El coste de 1.495 € se rebaja en 200 con la ayuda del Plan PIMA.

Opción económica

Los kits para bicis son lo más barato (unos 400 €). Los puede instalar uno mismo, aunque los profesionales ofrecen soluciones personalizadas. Arriba, la batería en el apartabultos. Abajo, el motor en la rueda trasera. La autonomía puede llegar a 150 km.


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