Caleidoscopio, 25 años de buen teatro

Caleidoscopio Teatro
Caleidoscopio Teatro

«Todos tenemos un sueño especial que queremos hacer realidad a lo largo de nuestras vidas. Es nuestro pez dorado». Una buena frase para una buena exposición, la que muestra el intenso devenir de la compañía aragonesa Caleidoscopio Teatro, que estos días se puede ver en el Centro de Historia de la capital aragonesa. Son unas bodas de plata muy especiales para los seis miembros actuales de la agrupación y para todos aquellos integrantes que han formado parte de ella a lo largo de tantos y tantos años.


El pez dorado de la compañía es ese afán por lograr entretener al espectador con espectáculos cada vez mejores y de gran calidad. Y los visitantes también pueden dejar su propia huella al respecto, su propio pez dorado. «Para ello tenemos un maravilloso Árbol de los Sueños –explica con una gran sonrisa Azucena Gimeno, miembro fundador de la agrupación teatral aragonesa–. Allí, visitantes niños, adultos de mediana edad e incluso abuelitas han dejado sus mensajes y deseos. Los hay tanto personales como muy altruistas». En este pequeño árbol se pueden ver verdaderas obras de arte, como los peces hechos por estudiantes de secundaria compuestos por material reciclado procedente de cedés y cápsulas desechadas de Nespresso.



Un intenso viaje


Pero antes de llegar al Árbol de los Sueños, hay que realizar un intenso y placentero viaje por los 25 años de historia de Caleidoscopio Teatro en los pequeños microespacios que conforman esta exposición. Una muestra que ha sido diseñada y dirigida por el artista Sergio Abraín, activo colaborador de esta agrupación teatral. En esta mañana coincidimos con un grupo de escolares de 2º de primaria del colegio Cesáreo Alierta, de Zaragoza, que han concertado una visita guiada.


Nos da la bienvenida una gran mano azul brillante dentro de una pantalla, un elemento, la mano, muy presente en los espectáculos realizados por Caleidoscopio. En el primer espacio se presenta la compañía, que nació en junio de 1984, con montajes de calle divertidos y muy coloristas, un teatro que es «teatro para jugar», idea que se quiere dejar muy clara al espectador. Enseguida entramos en la denominada sala del aire, donde se repasan montajes centrados en hadas, duendes y cuentos de tradición popular.


Aquí, además de leer la información detallada en paneles, hay que deleitarse con cuatro muñecos de grandes dimensiones que reproducen los cuatro elementos terrestres: el primero es el agua y le siguen el aire, el fuego y la tierra. Sin olvidar al gigantesco Gogmagog, un muñeco de grandísimas proporciones con boca y dientes prominentes situado en un lugar de honor de la exposición y que no deja a nadie indiferente…


Todos estos personajes y muchos otros más forman parte del espectáculo ‘El baúl maravilloso’, estrenado en 1991. Poco después, nacieron los ‘hijos’ de este montaje, ‘Los duendes del baúl’, otro deleite total para los sentidos. Con esta última obra se desplazaron hasta la ex Yugoslavia junto a la ONG Payasos Sin Fronteras.


Pero no todo es jolgorio. La muestra es sumamente didáctica y combina estas muestras de artesanía en forma de muñecos y vestuario con la exposición del método de creación y la formación intensa que siguen durante años los integrantes de Caleidoscopio Teatro como cualquier actor que se precie. Destaca su paso por la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq, en París, y un trascendental encuentro con el artista italiano de máscaras neutras Donato Sartori, de Padua. Aquí hay que detenerse en la vitrina que atesora estas piezas y admirar la gran bellezay delicadeza de dichas máscaras, realizadas con cuero teñido.


La sala del fuego hace un recorrido por los espectáculos de Caleidoscopio centrados en las fiestas populares y el folclore, como el Carnaval tradicional con Don Carnal y Doña Cuaresma, o las botargas, los dragones (Valero, Tomatito y Camarón) y la Montata del Carnaval de Bielsa.


‘Las aventuras de Ratamarina’ es el espectáculo central de la sala del agua, donde nos sorprende el decorado de una gran goleta y un asombroso tiburón blanco. Tras ella se abre una de las salas que más encandila a los niños, como a Daniela, Catalina, Sofía, Ana, Claudia, Elena y Marta, alumnas del colegio Cesáreo Alierta. “Son muy chulas todas las cabezas de los cabezudos –explican emocionadas y divertidas– y hemos cogido muy buenas ideas”. No en vano, en este espacio se ‘resumen’ once años de trabajo incansable junto al Ayuntamiento de Zaragoza, colaborando, muy especialmente, en las fiestas del Pilar, el parque Bruil y el Carnaval.



Fabricar los muñecos, vestuario...


En cuanto a la parte más formativa de esta muestra, además de enseñar cómo y dónde se forma un actor, también se exhiben todos los detalles sobre la elaboración de los ‘materiales’ de trabajo, esto es, cómo fabrican sus muñecos, cabezudos, vestuario… sin olvidar, por supuesto, su guión, el ‘story board’, los distintos pasos desde que surge la idea de un espectáculo hasta que este se materializa al completo en un escenario.


La sala de ‘La Luna’ es otro rincón muy, muy especial. Las luces cambiantes sumergen al espectador en un mundo mágico que conmueve tanto a niños como a mayores. Aquí, Caleidoscopio Teatro repasa su dedicación a la escuela, «con numerosas propuestas que pretendían enseñar deleitando» recuerda Azucena. Son los años finales de los 90 y los primeros del nuevo milenio, con campañas de teatro para escolares y la colaboración con Ibercaja para realizar los fructíferos Programas Didácticos (que llegan hasta hoy), con espectáculos como ‘A oskuras’, ‘¡Ábrete Sésamo!’ y ‘Cuando sueñas’ (basado en el cuento ‘La Luna’, de Anne Herbauts).


Para el profesor Luis Miguel Herrero, del colegio Cesáreo Alierta, «esta muestra es perfecta para los chiquillos, porque les permite conectar muy bien con el mundo de la fantasía, les aporta mucha creatividad e imaginación. Es una exposición ideal para los chavales».


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