Heraldo del Campo

"La apuesta de la PAC por la agricultura sostenible solo ha sido un engaño"

Entrevista a María Dolores Raigón, doctora en Ingeniería Agrónoma y experta en agricultura ecológica.

María Dolores Raigón en el Palacio de Congresos de Zaragoza
"La apuesta de la PAC por la agricultura sostenible solo ha sido un engaño"
G. M.

Cordobesa de nacimiento y jacetana de corazón, María Dolores Raigón es doctora en Ingeniería Agrónoma y preside desde 2012 la Sociedad Española de Agricultura Ecológica.

La agricultura ecológica no ha dejado de crecer en los últimos años. ¿Quién la está impulsando?

La impulsa tanto el consumo como la producción porque no puede ir una cosa sin la otra. Esas alianzas entre la demanda de producto de alta calidad con determinado proceso respetuoso con el medio ambiente hacen que un mayor número de productores se decida a realizar el cambio por el modelo productivo ecológico.Muchos de los jóvenes que se incorporan al sector lo hacen en producciones ecológicas. ¿Es una cuestión cultural o económica?

Son muchos los factores que están aconteciendo para que se esté dando esa realidad. Hay una cuestión que es fundamental, que son los valores. Cuando una persona está pensando introducirse en el modelo productivo ecológico está pensando en que ese sistema no genere contaminación en el planeta y genere productos de calidad, es decir, estamos hablando de valores. También es cierto que los jóvenes que se están incorporando acceden a la producción agraria con una formación más elevada que la de hace 20 o 40 años y eso hace que el planteamiento sea diferente. Y sin duda también pesa la rentabilidad económica porque ahora mismo la producción ecológica se está posicionando en unos mercados más de elite y por eso su rendimiento es mayor.Entonces, si los jóvenes son más ecológicos, el futuro de la agricultura está irremediablemente unido a la producción ecológica.

Yo creo que sí. El modelo actual es poco sostenible. No se pueden generar alimentos con los costes energéticos que supone el modelo actual. Además, nosotros como habitantes del planeta no vamos a poder sostener una alimentación basada en los aditivos alimentarios o en subsanar los problemas de salud que está provocando la alimentación convencional. La proyección para el futuro tiene que ser una agricultura que plantee otros retos de cuestión medioambiental, de salud humana y otros alicientes. Insisto, un joven que quiere acceder al sistema productivo no lo va a hacer como hace cuarenta años, necesita otro impulso, otra ilusión y también incorporar valor añadido al sistema. Producir por producir ya no vale la pena.¿El consumidor está convencido? ¿La demanda en España no crece tanto como la producción?

Es cierto que aunque somos el primer país productor en ecológico de Europa tanto en número de productores como de hectáreas, el consumo en España es aún muy bajo. Tenemos un modelo productivo muy vinculado a la exportación, pero se ha detectado que en los últimos años el consumo de producción en ecológico ha crecido y lo ha hecho incluso durante la crisis. También es verdad que el consumidor ecológico es muy fiel, e independientemente de las cuestiones económicas, si en sus hábitos alimenticios está la compra de patata o lechuga ecológica lo seguirá haciendo aunque sea sacrificando otros gastos.Hay quien justifica no ser agricultor ecológico porque dice que para eso hay que tener cierto poder adquisitivo. ¿Es una excusa?

No, no es un excusa. Es verdad que el coste final del alimento ecológico tiene un diferencial un poco mayor, pero también depende del tipo de producto y del canal de distribución. Hay datos oficiales que evidencian, por ejemplo, que el tomate ecológico obtenido en el momento de la producción resulta más barato que un tomate convencional fuera de temporada, producido bajo un sistema en el que hay que intensificar tanto los productos como los mecanismos de calefacción de invernadero. El canal de distribución también influye mucho. Si para llegar hasta el consumidor el alimento tiene que pasar por cuatro puntos determinados, al final ese producto va a ser caro, seguro. Pero aunque el producto ecológico sea más caro, eso no repercute tanto porque además el consumidor se plantea otras cuestiones. Hay un dato muy interesante de la FAO que dice que por cada euro que me gasto en la alimentación convencional hay que poner otro euro para subsanar los problemas medioambientales y otro euro para subsanar los problemas de salud. La diferencia está en que el primer euro sale de mi bolsillo y los dos restantes de los bolsillos colectivos, pero aun así eso es caro pensando en el futuro del planeta y de la salud.La producción ecológica tiene que salir irremediablemente al exterior, pero defiende y está muy ligada a los mercados de proximidad. ¿No es una incongruencia?

Desde el punto de vista conceptual, la agricultura ecológica apuesta por el mercado de proximidad, como no puede ser de otra manera, porque siempre se piensa en la huella de carbono, en el consumo energético... y por eso se aboga por un mercado cercano emulando a aquellos años en los que se consumía aquello producido a escasos kilómetros. Pero, ¿cómo le decimos, por ejemplo, a un consumidor danés que no coma tomates o naranjas? En ese sentido creo que hay que abrir la mente y cuando hablamos de proximidad hablamos de eliminar trabas. En Dinamarca, donde hay unos mercados ecológicos muy establecidos, hay soluciones muy interesantes como son las alianzas entre productores y consumidores a través de los grupos de consumo, que se ponen en contacto directamente con productores de la zona mediterránea para comprarles, por ejemplo, uva de temporada. Eso es proximidad, no geográfica pero sí conceptual. El alimento lo que va a hacer es viajar lo mínimo posible y no se va a parar en determinadas rutas difíciles de comprender.¿Los transgénicos son los mayores enemigos de la agricultura ecológica?

Tenemos muchos enemigos, pero yo no considero los transgénicos como tales, porque son unas determinadas semillas que no están permitidas en la agricultura ecológica.Lo decía por la contaminación.

La amenaza no es tanto para la agricultura ecológica sino para el sistema en general. El problema que tuvo Aragón es que ese material modificado genéticamente vuela, el polen se mueve y las consecuencias las sufre la producción ecológica porque cuando aparece en sus cultivos no puede comercializarse como tal y por lo tanto todo el esfuerzo puesto en el modelo se viene abajo. El problema es cuando sucede en producto convencional y pasa al mercado. ¿Y las consecuencias? Son un gran interrogante porque el principio de precaución se ha obviado en muchos aspectos.¿Entre los enemigos de los que hablaba se encuentra la falta de ayudas públicas?

Faltan apoyos, sí, que siempre son necesarios porque te sientes respaldado. Pero si me preguntas por ayudas directas yo te digo que soy más partidaria de las ayudas indirectas. Se consigue mucho más si se potencia el consumo que con subvenciones vinculadas a la producción, porque además la burocracia es tanta para tan poca ayuda que no merece la pena el papeleo y al final el agricultor pasa.La PAC es ahora más verde. ¿Es una ayuda?

Lo que ha sido es un engaño, no una operación de maquillaje de la PAC, no, directamente un engaño. Cuando se planteó la PAC había una apuesta muy lógica por una agricultura más sostenible y más respetuosa con el planeta, pero las presiones del agronegocio, por llamarlo de alguna manera, han hecho que el ‘greening’ lejos de ser verde se haya quedado como mucho en amarillo. Y eso ha generado malestar entre los agricultores que tendrán que conformarse con las ayudas del segundo pilar (desarrollo rural) que van a compensar un poco, pero solo un poco.¿Qué retos del sector le preocupan más a la presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica?

Todos, y tenemos muchos. Desde el punto de vista científico está todo por hacer. Hay que generar maquinaria adaptable a los modelos productivos ecológicos, que nos falta. Hay que saber adaptarnos a la diversidad cultivada con la que se trabajaba hace años, concienciar a los consumidores y poner en valor la transformación industrial. Y tantas otras cuestiones... entre ellas, por ejemplo, una mayor apuesta por la innovación. Y eso que hay que destacar que el agricultor ecológico es el más innovador, porque tiene materia prima de calidad y quiere cubrir esa demanda que pide algo diferente ya que hoy en día vas al supermercado y todo es tan parecido que incluso se te quitan las ganas de comprar.


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