Heraldo del Campo

El cambio climático podría hacer a Cariñena "demasiado cálida" para la uva de vinificación

Un estudio profundiza en el el futuro que el cambio climático le reserva a diversos cultivos.

Los viñedos de la D. O. Cariñena han servido de modelo para un estudio sobre el cambio climático
El cambio climático podría hacer a Cariñena "demasiado cálida" para la uva de vinificación

El informe realizado por Meteoclim profundiza en el futuro que el cambio climático le reserva a diversos cultivos localizados en diferentes zonas. Uno de estos cultivos es el viñedo de Cariñena, la denominación de origen aragonesa con más historia –se creó un 8 de septiembre de 1932–, con un fructifero presente –integra 14.513 hectáreas y 31 bodegas, produce 77,2 millones de kilos y comercializa más de 57 millones de botellas (datos de vendimia de 2013)–, pero a la que los resultados de este estudio no parecen augurar unas perspectivas muy alentadoras.Temperaturas

Una de las principales amenazas a las que tendrán que enfrentarse las vides cariñenenses será el aumento de las temperaturas. La organización ecologista Amigos de la Tierra destaca que el informe de Meteoclim evidencia que precisamente en la época de maduración (entre mediados de verano y comienzos de invierno) el mercurio registrará mínimas de hasta cuatro grados más que las actuales.


No solo serán más altas las temperaturas mínimas. También subirán las máximas y lo harán de forma generalizada, todos los meses del año y, en mayor medida, recoge el informe, en la época de más calor. Para julio y agosto las previsiones apuntan a una media mensual que superará en cinco grados las ya elevadas temperaturas de los días estivales.


Sensible como es a cualquier variación climática, el viñedo responderá al nuevo clima adelantando su brotación al principio de temporada con lo que se alargará el ciclo de cultivo y eso podría provocar un desfase entre la maduración de la pulpa (azúcares) y la de la piel (aromas y sabores) con los consiguientes efectos, y no para bien, sobre las características organolécticas de las uvas y el producto final.


Lo que llegará antes será la vendimia. Para explicar esta situación, el informe se centra especialmente en la primavera. "Son precisamente las temperaturas del mes del mayo las que juegan un papel decisivo sobre el desarrollo fotosintético y, por lo tanto, en el ciclo vegetativo", señalan los autores del estudio, que matizan que con más calor el crecimiento de la planta será más rápido adelantando, como ya está sucediendo, el momento de comenzar la cosecha.


Parece inofensivo que se modifiquen los calendarios de los cultivos, pero no lo es. Los expertos advierten que una aceleración del crecimiento de la planta hará que esté preparada antes de tiempo, que aparentemente parezca lista para su vendimia, pero en realidad le faltará complejidad y enológicamente estará inmadura, unas características que se traducirán después en los vinos y en su calidad.


En este nuevo escenario climático, las bodegas recibirán antes el fruto, pero también recibirán menos cantidad de uva. "Habrá menos producción –señala el estudio–, porque está demostrado que las vides que crecen en situación de estrés térmico severo dan menos fruto". Y se perderá calidad, porque la existencia de altas temperaturas durante el proceso de maduración provocará la pérdida de aromas y pigmentos, como en el caso del licopeno, un pigmento natural y antioxidante que aporta el color rojo a diferentes hortalizas y frutas, entre ellas la uva.


Con estas temperaturas, la advertencia del estudio es contundente: "Antes de final de siglo, Cariñena podría pasar a considerarse una región demasiado cálida para la producción de uva para elaborar vino". No es que la denominación aragonesa sea la única que tendrá que responder a estos retos. En este estudio Cariñena sirve como patrón, pero los efectos que el calentamiento global producirán en sus viñedos amenazan a todas y cada una de las plantaciones de vides que recorren el país.Emigrar hacia el norte

La subida del mercurio irá poniendo fin durante la próxima década a la idoneidad de los territorios del sur de Europa para acoger estos cultivos, reconoce el informe. Las primeras señales se harán realidad en el paladar porque a medida que cambie el entorno también lo harán las características del vino. Después –recoge el estudio– el viñedo emigrará buscando las más bajas temperaturas del norte (o del sur en el caso de Chile), hacia zonas e incluso países en las que hasta ahora era impensable imaginar la superviviencia de este cultivo. "Este desplazamiento de las zonas hábiles no es solo por la variación en el proceso de maduración, que permite una mayor síntesis de azúcares –y por tanto una mayor graduación alcohólica–, sino también por el efecto negativo de las altas temperaturas sobre los compuestos orgánicos, como antocianinas y taninos, muy ligados a la calidad del vino", señalan los autores del estudio.


Lo saben bien los viticultores. Muchos de ellos ya han comenzado a buscar nuevos emplazamientos para garantizar la producción de vinos de calidad aunque las uvas crezcan a kilómetros de sus bodegas. Lo defendía hace unas semanas en Zaragoza el presidente de Bodegas Torres, uno de los mayores grupos vinícolas españoles que formó parte activa del proyecto de investigación vinícola Cenit Demeter que se convirtió en uno de los asuntos estrella del III Congreso Mundial Cambio Climático y Vino. De hecho, esta compañía ya ha adquirido tierras de cultivo a más de 1.200 metros de altura en el Prepirineo aragonés, concretamente en la localidad oscense de Benabarre, "una región hoy tan fría que la viña se congelaría y moriría, pero que en 20 años será un buen sitio para plantar la variedad riesling", señalaba en un acto en la capital aragonesa Miguel Ángel Torres, que advertía que la viticultura no puede luchar contra el cambio climático, así que lo que tiene que hacer es adaptarse.


El calentamiento global traerá (ya lo está haciendo) temperaturas más elevadas y hará disminuir las precipitaciones. Aunque la vid está muy adaptada al estrés hídrico, el problema, explica el estudio, es que el descenso de las lluvias se producirá en primavera y verano y a pesar de que esta bajada en el cómputo total será «suave» dado que se verá compensada con una mayor precipitación durante el resto de los meses del año, lo cierto es que «el efecto para el cultivo es de una reducción muy importante del aporte de agua en la época de maduración», advierte el informe.¿Soluciones?

Más que soluciones, el documento propone adaptación, pero reconoce que para la vid esta tarea es más complicada que en otros cultivos. Primero por la elevada sensibilidad de la planta a los cambios de temperaturas por lo que, señala el estudio, un pequeño aumento del mercurio "puede comprometer la calidad de los vinos producidos", tanto en Cariñena como en cualquier otra denominación española. Para ‘sortear’ el exceso de calor, la solución podría ser el desplazamiento del cultivo hacia zonas más elevadas, aunque el freno a esta alternativa está en el bolsillo de los productores dado que requiere una elevada inversión.


Se podría optar por cambiar a variedades más adaptadas al nuevo clima. Pero, ¿las hay? Se lo preguntan incluso los autores de este informe, que reconocen las dificultades que supone esta opción ya que en la vid la entrada en producción es de unos cinco años, que se puede acortar con injertos pero "con el coste de mano de obra" que ello supone.


"También existen soluciones relacionadas con el manejo del cultivo", señala el estudio presentado por Amigos de Tierra. Entre ellas destaca el uso de estrategias de riego para retrasar el periodo de maduración. O la "poda adaptativa" que mejore la respuesta de la planta a las situaciones de calor. "No son soluciones infalibles, pero son las más factibles a corto plazo", señalan los expertos, que insisten en que la clave futura está en la investigación encaminada, por ejemplo, a adaptar levaduras a mayores concentraciones de azúcar o conseguir una selección genética de variedades de la vid con las características necesarias para hacer frente a la amenaza que llega del cielo.


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