Los cinco helados que marcaron tu infancia

Estos polos han sido los encargados de refrescar a varias generaciones.

Colajet.
Colajet.
Frigo

Cuando el calor aprieta, uno de los mejores remedios para combatirlo es recurrir a un congelador y hacerse con un helado. De hielo, cremosos, sin azúcar, de chocolate, con palo o cucurucho. En cualquiera de sus formas, estas creaciones culinarias cumplen la doble función de refrescar y deleitar a la vez. Pero en un escenario lleno de incorporaciones y bajas, también hay productos atemporales que resisten la invasión de sus competidores. Por eso, es complicado encontrar a alguien que no haya probado uno de estos cinco helados.

1. Drácula

Los cinco helados que marcaron tu infancia

El famoso vampiro de la novela de Bram Stoker da nombre a esta imprevisible combinación de sabores formada por cola, fresa y vainilla. En 1977 nacía de la compañía heladera Frigo el 'Drácula', un polo que revolucionó el mercado y que, cuarenta años más tarde, sigue haciendo las delicias de niños y nostálgicos.

2. Frigo Dedo

Los cinco helados que marcaron tu infancia

Seis años más tarde, en 1983, el Frigo Pie se incorporaba a la carta de helados a un precio de 30 pesetas. Nació como continuador del éxito de su precedente, el Frigo dedo, aunque con su popularidad acabó eclipsándolo.

3. Calipo

Los cinco helados que marcaron tu infancia

El primer polo sin palo. Este concepto resultó rompedor y desconcertante en su momento -apareció en 1984- y fue la publicidad la que tuvo que enseñar a quienes querían probarlo cómo debía comerse el Calipo.

4. Colajet

Los cinco helados que marcaron tu infancia

Mientras las salas de cine se llenaban en la década de los 80 de espectadores fascinados por el poder de la saga de 'La guerra de las galaxias', Miko veía una oportunidad para revolucionar el mercado de los helados. El Colajet se convirtió en el favorito de los de los fans del universo creado por George Lucas.

5. Mikolápiz

Los cinco helados que marcaron tu infancia

A finales de los 80 llegó a España este helado de sabor a vainilla que alberga en su interior una lámina de chocolate. Los más pacientes acababan primero con la parte cremosa del Mikolápiz para terminar degustando su punta de cacao.

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