Cuando un actor se funde con su personaje y abandona el guion se consiguen situaciones inesperadas que en ocasiones terminan siendo puntos clave del conjunto de la obra.

El seseante sonido que Hannibal Lecter repetía fue creación del propio Anthony Hopkins en 'El silencio de los corderos'. Harrison Ford, durante el rodaje de Indiana Jones decidió sustituir una épica batalla contra un hombre que le amenaza con un látigo en un mercado de El Cairo por un limpio disparo, porque una disentería lo estaba martirizando el día del rodaje y no se sentía con fuerzas para mucha guerra. En Pretty Woman, Richard Gere decidió bromear cerrándole a Julia Roberts la caja del collar que le estaba mostrando justo cuando ella iba a tocarlo, y la risa de la actriz quedó tan natural que Garry Marshall, el director, decidió dejar la escena.

A veces, cuando el actor de cine decide saltarse el guion, la escena cobra un realismo que nadie había previsto. Como los tres ejemplos anteriores, las siguientes escenas también fueron producto de la creatividad del actor, en el momento y lugar adecuados.

Siete escenas del cine que fueron improvisadas

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