Heraldo del Campo

Un sector en la ruina

La cría de conejos está en la cuerda floja. Tras cuatro años de crisis, el censo ha descendido un 30% y los ganaderos reclaman ayuda urgente.

El censo cunícola ha descendido un 30% en los cuatro años de crisis que arrastra el sector.
El censo cunícola ha descendido un 30% en los cuatro años de crisis que arrastra el sector.
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En ruinas». «Problemática y crítica». «Herido de muerte». Así califican la situación de la cunicultura quienes la viven desde dentro: los ganaderos que se dedican a la producción de carne de conejo y las asociaciones que velan por sus intereses. Su preocupación no es para menos y es que la coyuntura es grave: el sector acumula ya cuatro años de profunda crisis en los que el censo de conejos a nivel nacional ha descendido un 30%. Este declive ha dejado huella en las explotaciones, donde los cunicultores han visto aumentar sus costes de producción, pero no sus beneficios. Es más, la mayoría de ganaderos han tenido que asumir de forma íntegra todos los gastos, que sobrepasan las ganancias obtenidas de esta actividad económica.

Ante esta situación, el sector cunícola aragonés se ha reunido en varias ocasiones con el Gobierno autonómico para establecer medidas con las que afrontar esta difícil tesitura, aunque hasta ahora no se ha realizado ningún avance al respecto. En el último encuentro, que se celebró el pasado mes de junio, las organizaciones del sector pusieron encima de la mesa su desalentadora –y permanente– realidad. Como la unión hace la fuerza, a esta cita acudieron representantes de las diversas asociaciones de este campo:la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA), la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja), la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), las Cooperativas Agroalimentarias de Aragón y diversas ADS cunícolas de la Comunidad.

En la reunión estuvieron presentes por parte del ejecutivo autonómico el consejero del departamento de Desarrollo Rural, Joaquín Olona, y el director general de Alimentación de dicha estancia, Enrique Novales, a quienes las organizaciones cunícolas propusieron varias acciones para afrontar el panorama actual.

La principal queja del sector es la ausencia de las ayudas de ‘mínimis’ en Aragón, que hubieran supuesto un globo de oxígeno a las explotaciones ganaderas. Estas aportaciones de pequeña cuantía no requieren autorización ni de la Unión Europea ni del Banco Central y otros ejecutivos autonómicos han apoyado a su sector cunícola con estas subvenciones. Sin embargo, en Aragón esto no ha ocurrido. Aun así, las asociaciones se muestran pacientes y comprensivas, ya que aseguran ser conscientes de la situación económica del departamento de Desarrollo Rural de la Comunidad y, la mayoría, se muestran satisfechas con la predisposición que el ejecutivo aragonés mostró en la reunión.

A esta reivindicación principal se suman los problemas de financiación que sufren las pequeñas explotaciones, el descenso del consumo de carne de conejo, el aumento de costes de producción, la presión de los ‘lobbies’ ecologistas europeos y la imposición de precios de las grandes superficies. Una serie de realidades que, unidas a la despoblación y a la falta de ayudas, dejan al sector en la cuerda floja.

La radiografía del sector cunícola no es alentadora: tras cuatro años de profunda crisis, el censo de conejos a nivel nacional ha descendido un 30%. Las explotaciones ganaderas también han disminuido: de las 3.900 que estaban activas en 2009, ahora trabajan menos de 2.300. La situación en Aragón tampoco es positiva: de las 350 explotaciones para la producción de carne que operaban en el año 2009, ahora están operativas menos de 230. Esto ha mermado la producción que ha pasado de 6.401 toneladas en 2009, a 5.752 en 2015.

Ante este panorama, trabajadores y asociaciones del sector cunícola aragonés se han manifestado a lo largo de los cuatro años acumulados de crisis para dar a conocer la verdadera coyuntura de la cunicultura. «Es un sector muy vulnerable, sin grandes integradoras detrás, en el que los costes los asume íntegramente el ganadero», indica José Manuel Roche, secretario general de UPA. Esa es una de las principales reclamaciones: los gastos derivados de la producción han aumentado al incrementarse el precio de la energía y el pienso. «Del 55 al 85% del coste total proviene de la alimentación del animal», detalla Miguel Domingo, responsable del sector de Asaja. Ahora, el coste que soportan los cunicultores es de 1,75 euros el kilo, y el precio que perciben es de 1,55 euros.

La situación se ha agravado más si cabe desde que se iniciara el declive de este campo –«el panorama es peor que cuando comenzó la crisis» asegura Domingo–. Los representantes de las asociaciones explican que, al principio, «los cunicultores percibían en torno a 1,83 euros el kilo, pero con la crisis de los cereales el pienso aumentó su precio pero el de venta al consumidor no lo hizo». Ahora, los cereales se encuentran en un mínimo histórico, lo que podría aliviar la situación de los profesionales. Pero ya es tarde, porque «están descapitalizados», sentencia Domingo. «De aquí a 10 años, desaparecerá la cunicultura si no hay ayudas», lamenta Domingo Berge, de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón. Otras voces son más optimistas: «No es una situación tan agónica como el año pasado», asegura Ángel Luis Pérez, responsable del sector de UAGA.

Los factores que han llevado a esta situación son múltiples. «Para empezar, las grandes superficies se niegan a subir el PVP de la carne de conejo a cinco euros –comenta Berge–. Ellos tienen su margen pero se está vendiendo a bajo coste –alrededor de 4,75 euros–, y lo que llega a los cunicultores no es suficiente».

Caída del consumo

Además, el consumo ha descendido y los integrantes del sector creen que, en parte, se debe a que la sociedad percibe al conejo como una mascota. Incluso hay quienes indican que «la presión de los ‘lobbies’ ecologistas europeos que están a favor de la prohibición de la carne de conejo, porque se considera una mascota, es más fuerte que las ayudas que se reciben», señala Roche, de UPA, aunque desde Asaja también sostienen que la Comunidad Europea ya ha realizado inspecciones informativas para conocer a fondo la condición de la cunicultura: «Los informes son favorables en cuanto a las medidas de bienestar animal», por lo que es un paso importante para recibir ayudas.

En este aspecto, profesionales del sector y el Gobierno están de acuerdo:«La generación actual no asume que el conejo sea un alimento, porque de pequeños lo han tenido como animal de compañía», explica Enrique Novales, director general de Alimentación del departamento de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón. El director considera que la carne de conejo «no es un producto de adquisición masiva», y ese es el principal problema: «Si no se reactiva el consumo y no se reestructura el sector, la ayuda de las administraciones solo es un parche», sentencia Novales.

Asimismo, este alimento se emplea a menudo como reclamo, lo que supone una práctica abusiva en la distribución. Otro factor que empeora la situación.

La mala realidad de la cunicultura ha empujado a los profesionales del sector a mantener diversas reuniones con el ejecutivo autonómico. En la última, que se celebró el pasado mes de junio, las organizaciones cunícolas propusieron varias medidas para paliar la grave situación. «No queremos parches o una ayuda coyuntural. Queremos medidas estructurales para que se recupere el consumo de la carne, aunque sí que pedimos una ayuda puntual para salir de este bache», asevera el secretario de UPA.

Entre estas medidas está la posibilidad de recibir las ayudas de ‘mínimis’ por coneja reproductora para poder mantener la producción. Otras comunidades ya las han inyectado en el sector, pero Aragón no lo ha hecho todavía. «Los representantes del departamento se sintieron responsables de esta situación y, por ello, hemos visto buena predisposición para tomar medidas tras la reunión», comenta el representante de Asaja. «De todas los encuentros mantenidos, el último es el más halagüeño», confiesa el responsable de UAGA.

Otras soluciones propuestas son controlar la distribución abusiva, inyectar liquidez en el sector de forma inminente –«descartada por el ejecutivo por su situación económica», insiste Roche –, establecer medidas de financiación asequibles y promocionar la carne de conejo.

Las organizaciones aseguran que «todavía no hemos recibido noticias por parte del ejecutivo», pero se muestran pacientes porque «somos conscientes de que no hay dinero en el departamento». El director general de Alimentación confirma que están estudiando las subvenciones de ‘mínimis’ y las de los intereses de préstamos para circulantes. Además, añade que «estamos dispuestos a apoyarles en la promoción de la carne de conejo, pero nos tienen que plantear cómo hacerlo y en qué incidir para no interferir con las campañas del Ministerio central».

Jóvenes y exportaciones

«En este sector, no tenemos el relevo generacional que sería natural –lamenta Berge–. La media de edad de los cunicultores supera los 50 años». Así, se descarta la posible solución con la incorporación de nuevas generaciones al sector. «Los jóvenes emplean las ayudas en granjas de porcino y pollo porque son rentables. En cambio, en la cunicultura la rentabilidad hoy en día es nula», expone Roche.

La exportación tampoco es un bálsamo para el sector, ya que el consumo de carne de conejo es «mediterráneo». España, Francia e Italia son los principales compradores, aunque en el mercado nacional apenas el 30% de la población consume este producto.

Con las cifras en su contra, el sector cunícola sigue luchando para rentabilizar un alimento tan tradicional como el conejo.

Una carne saludable que se consume en Aragón más que en otras comunidades

El sector cunícola tiene gran importancia en la comunidad aragonesa, ya que, además de situarse en zonas rurales donde puede suponer un motor de desarrollo, el consumo de esta carne ha sido tradicionalmente abundante. Como explican desde Asaja, los habitantes de los pueblos comenzaron a alimentarse con este producto para paliar las necesidades de nutrición y, con el éxodo rural, llevaron este producto a las ciudades.

Ahora el consumo de carne de conejo ha descendido, pero en Aragón se sitúa en una media de 2 kilos per cápita, mientras que la media nacional es de 1,28 kilos. «Aragón fue de los primeros territorios que desarrollaron la cunicultura de forma industrial», comenta el representante de Asaja, Miguel Domingo, quien indica que actualmente es la cuarta comunidad en producción, detrás de Cataluña, Galicia y Castilla y León.

Desde el sector no dan crédito a este descenso cuando «la carne de conejo está catalogada como una de las mejores», indica Domingo. Hay quienes se atreven a decir que es «la reina de las carnes y si no estuviera habría que inventarla», apostilla Ángel Luis Pérez, de UAGA.

Pérez asegura que es un alimento perfecto para «hacer músculo y no hacer grasa; con fibra y sin sal», a lo que Domingo añade «bajo en grasa y, por tanto en colesterol, con gran cantidad de vitaminas y proteínas de calidad y alto grado de digestibilidad».

El problema que las asociaciones observan es que la sociedad tiene la mentalidad de que el conejo es difícil de cocinar y hay otras opciones más cómodas, menos costosas y más versátiles. Para eliminar esta percepción proponen innovar en las formas de presentación.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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