Heraldo del Campo

Viñedos en peligro de extinción

Un estudio transfronterizo busca recuperar cepas especiales para hacer más competitivas a las bodegas aragonesas al ofrecer un producto diferenciador.

Inspección de cepas en vides abandonadas.
Inspección de cepas en vides abandonadas.
Luis Mar

A principios de los años 80, en los viñedos del macizo pirenaico se plantaron variedades de vid -sobre todo francesas- para responder a la demanda de la época: conseguir unas producciones mayores y rápidas. Esta tendencia no solo se vivió en España. Sudamérica, Estados Unidos y otros países que no tenían un sector de la vid tan asentado como el europeo se sumaron a este tipo de cultivo. De esta forma, el mercado global del vino se homogeneizó y algunas variedades más especiales dejaron de sembrarse e, incluso, se arrancaron.

Sin embargo, ahora se prefieren los productos locales y en el terreno agroalimentario se busca la diferenciación y la exclusividad. Por ello, la localización y recuperación de esas cepas que un día se abandonaron supondría un aumento el valor competitivo de las bodegas aragonesas.

Ese es el objetivo del proyecto transfronterizo Valovitis. El Laboratorio de Análisis del Aroma y Enología (LAAE) de la Universidad de Zaragoza, el Centro de Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón (CITA) y el Instituto Francés de la Viña y el Vino son los tres socios que han puesto en marcha este estudio para recuperar viñedos en peligro de extinción y obtener vinos exclusivos. «Hay cepas que solo podían encontrarse aquí, lo que supone un valor añadido, por la búsqueda de matices diferentes y porque eran variedades adaptadas a esta climatología», explica Ricardo López, responsable del proyecto e investigador del LAAE.

Hasta 121 vinos diferentes

Este estudio comenzó en mayo del pasado año y ya se han encontrado y catalogado 86 variedades diferentes con las que se han producido 121 vinos. «Hay más vinos que variedades porque algunas se han elaborado tanto como tinto como rosado», explica López, quien asegura que han resultado caldos «muy curiosos»: hay blancos con aroma a pera o a frutas tropicales, y tintos con matices de pimienta negra, clavos y especias más exóticas.

En este proyecto, que todavía continuará arrojando resultados hasta el 2019, la colaboración ciudadana ha sido la piedra angular. Muchas personas se unieron a la búsqueda de emparrados diferentes, antiguos o aislados que podrían señalarse como una variedad notable. Pero la cooperación no ha terminado: «ahora es un buen momento para hacer una identificación más completa, ya que se elaborarán nuevos vinos en septiembre».

Aquellas cepas que se consideran especiales se identifican y se envían al Conservatorio de Variedades, donde se realizan análisis químicos, genéticos y sensoriales. Después, se elaboran los diferentes vinos de los que «apenas se producen cinco litros, porque la planta es escasa -indica el responsable del proyecto-. Se catan y se examinan sus características agronómicas y potenciales».

El propósito final es transferir las cepas especiales a los viveros, donde puedan «hacer clones para que aquellas bodegas que estén interesadas aprovechen su potencial enológico», subraya López. En definitiva, ofrecer la oportunidad a las bodegas aragonesas de ser más competitivas con un producto exclusivo.

¿Podría ser esa cepa una variedad interesante?

La colaboración ciudadana todavía resulta fundamental en este proyecto. Si se sospecha que se podría conocer una variedad notable, en la página web del estudio, www.valovitis.eu, deben seguirse las instrucciones y rellenar un formulario con información sobre la cepa, además de adjuntar cuatro fotografías. Esto permitirá a los expertos realizar una primera valoración. Si se considera que pudiera ser interesante, el equipo se desplazaría hasta el lugar del hallazgo. También se pueden aportar datos en el teléfono del LAAE, 876 553 330. 

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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