Heraldo del Campo

Esquileo, un oficio donde maña y fuerza van unidas

Decenas de cuadrillas de esquiladores, muchos de ellos procedentes del Este europeo, Uruguay o el Reino Unido, llegan estos meses a Aragón para realizar esta tarea.

El trabajo de esquileo demanda una gran fuerza física y mucho control.
El trabajo de esquileo demanda una gran fuerza física y mucho control.
Grupo Pastores

Todos los años, por estas fechas, en las parideras aragonesas se oye hablar en idiomas de lo más diversos: polaco, rumano, francés, inglés, español con acento sudamericano... Frases pronunciadas por las cuadrillas de esquiladores procedentes de esos países y que, en algunas ocasiones, las menos, comparten trabajo con esquiladores españoles, que, en los últimos años, han recuperado el oficio de sus padres o abuelos. «Esta profesión sufrió un repunte de profesionales a partir de la crisis, ya que hubo gente que se reenganchó al oficio de esquilador. Pero, con la mejora del mercado laboral, esta situación nuevamente va menguando», apunta Carlos Bernués, responsable de Gestión Esquileo y Lana de Cotega-Grupo Pastores.

Profesionales que, en muchos casos, son autodidactas ya que en Aragón, en estos momentos, no hay un centro específico donde se impartan cursos para aprender este oficio, algo que sí que ha ocurrido en años anteriores, con iniciativas privadas, como la que puso en marcha el Grupo Pastores en 2013, y en la que participaron 50 personas que, además de aprender labores propias de esquileo, recibieron clases de prevención de riesgos laborales y primeros auxilios. «Hoy en día es fundamental que un profesional esté formado en estas materias, no solo para adecuarse a la legalidad vigente, sino también para evitar situaciones que puedan poner en riesgo su vida y la de cualquier compañero», matiza Bernués.

Actualmente, imparten nociones de esquileo en el Centro público Integrado de Formación profesional Montearagón, en Huesca, si bien no lo hacen como salida profesional, sino únicamente, como parte del temario de formación del centro. «En estas prácticas se les enseñan los pasos necesarios para esquilar a un animal, aunque nuestros alumnos saben que solo son nociones y que, en la mayoría de las explotaciones, la actividad se externaliza», señala Elena Ferreira, profesora de Ganadería.

Todas las fuentes consultadas insisten en que el esquileo es fundamental, ya que esta tarea se lleva a cabo principalmente por un tema sanitario, para evitar la aparición de enfermedades en la piel y la acumulación de parásitos, residuos vegetales y ácaros, que provocan malestar en el animal y pueden llevarlos a situaciones de estrés y de enfermedades.

«Además, el exceso de lana puede provocar problemas en la cubrición y en la producción de leche y, por tanto, un menor rendimiento de corderos y de leche, punto muy importante en aquellos animales que son destinados a la producción láctea», indica Bernués.

En cualquier caso, el esquileo debe hacerse antes de que las ovejas sean cubiertas por el macho o antes de parir, ya que esta actividad suele provocar gran estrés en los animales, por lo que si se esquilan las ovejas cuando están amamantando a sus corderos puede generar afecciones como la mamitis, lo que supone un grave problema tanto para alimentación de las crías, como para el estado de la oveja.

Una gran resistencia física y mental
«El esquileo es un trabajo muy duro, que requiere mucha habilidad, ya que la técnica es tan importante o incluso más que la fuerza física. Además, exige mucha fortaleza psicológica, porque es una tarea muy repetitiva». Quien así define este oficio es el aragonés Javier Solans, natural de Binaced (Huesca) y todo un referente en el mundo del esquileo, como lo demuestra el hecho de que, en 2014, fuera proclamado Campeón de España de Esquileo de Merinas después de esquilar 10 ovejas de su lote en 16 minutos y 28 segundos.

Solans lleva 25 años de sus 43 de vida trabajando como esquilador. Ahora lo hace durante todo el año. «A principios del año empezamos en Francia, luego continuamos por la zona de Monzón, Barbastro y alrededores y más tarde volvemos a Francia de nuevo. Es un trabajo exigente en el que no se valora solo el tiempo que empleas en cada oveja sino cómo lo haces, porque somos cosechadores de lana y es muy importante aprovechar al máximo el vellón».

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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