Heraldo del Campo

El saber agrario cruza el Atlántico

El aragonés José Manuel Roche ocupa la secretaria de Acodea, una agencia de cooperación para transferir conocimiento cooperativo en América Latina.

Juan Manuel Roche, a la derecha, con un productor de plátano en Cuba.
Juan Manuel Roche, a la derecha, con un productor de plátano en Cuba.

En el currículum sindical de José Manuel Roche destaca su cargo de secretario general de UPA en Aragón y el que desempeña en la organización agraria a nivel nacional, donde se ocupa de la secretaría de Relaciones Internacionales. Figura también otra responsabilidad, menos conocida, cuyo desempeño le lleva con frecuencia al otro lado del Atlántico. Y es que Roche es también secretario de Acodea, «la primera agriagencia de cooperación internacional para el desarrollo agrario de habla hispana», como así se define.

Impulsada por UPA y Fademur (Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales), no es una casualidad que esté liderada por un aragonés, para más señas, agricultor de la localidad turolense de Lechago. Roche explica que la organización agraria a la que pertenece era consciente de que en los programas de cooperación faltaba una pata: la transferencia de conocimiento agrario desde Europa hacia los países en desarrollo. Pero, ¿cómo hacerlo? La respuesta llegó en uno de los habituales viajes que Roche realiza a Bruselas. Allí conoció a Agriterra, una agencia de cooperación holandesa. «Nos gustó el proyecto y nos ofrecieron trabajar con ellos para ser la voz en habla hispana de Agriterra», detalla Roche. Así nacía en 2014 Acodea, en la que también se integra Cooperativas Agroalimentarias, que trabaja «únicamente» -matiza el representante de UPA- con fondos europeos. «No hay ni un euro del Gobierno español», dice.

Acodea trabaja «exclusivamente» con cooperativas, esencialmente de Nicaragua, Perú, Bolivia y Cuba. «No vamos allí a enseñarles a cultivar plátano o café», señala Roche. El objetivo es extrapolar el sistema de organización cooperativa española -estatutos, consejos rectores o fidelización de socios-, pero también ayudar a abrir su producción a nuevos mercados exteriores e incluso poner en marcha sistemas de financiación como cooperativas de crédito con las que conceder micropréstamos a sus socios.

Viaje de ida y vuelta

Y para ello, señala Roche, se realiza primero un viaje de prospección, en el que se acomete un análisis de las posibles entidades con las que colaborar. Aquellas que cumplen los requisitos establecidos en el programa de cooperación son seleccionadas para recibir la visita de los expertos -los llamados ‘agripooler’- entre los que figuran gerentes de cooperativas, miembros de consejos rectores, veterinarios, agricultores, representantes de organizaciones ganaderas...). El programa incluye también la visita de los responsables de las cooperativas de aquellos países a sus semejantes en España e incluso en Europa, así como la participación en ferias internacionales en las que exponer sus productos e incluso intentar abrirse paso en nuevos mercados. José Manuel Roche conoce bien esta cooperación y los logros conseguidos con él. Su cargo en la Secretaría de Acodea no le retiene en un despacho. Son numerosas las ocasiones en las que ha hecho la maleta y ha cruzado el charco para analizar y dar solución a los problemas de las cooperativas latinoamericanas.

Recuerda su primera experiencia. «Fue en Nicaragua», comienza su relato. «Allí nos encontramos con una organización de agricultores que disponía de un producto de gran calidad y realmente bueno, el ajonjolí (o sésamo) -una semilla rica en beneficios y propiedades cardiosaludables-», prosigue Roche. «Tenían también un buen cliente: Japón», explica el secretario de esta agencia de cooperación. Un cliente, que como detalla, estaban perdiendo porque no podían atender a tiempo la demanda exigida. «No fue necesaria una inversión enorme para solucionar la dificultad», explica el representante de UPA. Y aclara que en la mayoría de los casos de lo que se trata es de optimizar los recursos con los que cuentan las cooperativas.

Todo ello, eso sí, «sin perder de vista la parte social que cumplen estas asociaciones de productores, que ocupan gran parte de la mano de obra de la población en la que se asienta, por lo que no se puede mecanizar la producción en exceso si con ello se pierden cientos de empleos».

Para este año Acodea cuenta con un presupuesto de 1,1 millones de euros. Y una cartera repleta de proyectos.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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