Heraldo del Campo

El gurú de la PAC Alan Matthews apuesta por una reforma más ambiciosa

Se muestra en contra de los pagos directos como medio para lograr una agricultura competitiva e insiste en su retirada tras la reforma de 2020.

Alan Matthews en una reciente intervención.
Alan Matthews en una reciente intervención.

El profesor emérito de Política Agraria europea del Trinity College de Dublín, Alan Matthews, considerado como uno de los 'gurús' de la agricultura en el continente, acaba de participar en una ponencia en la que ha apostado por una reforma más ambiciosa de la PAC, hasta el punto de que se muestra en contra de los pagos directos como medio para lograr una agricultura competitiva e insiste en su retirada tras la reforma de 2020.


Una charla en la que el docente irlandés ha cuestionado el papel del esquema de pagos directos de la PAC, creados a raíz de la reforma MacSharry (1992) y posteriores, que en su día surgió como un elemento


Los argumentos utilizados en favor de los pagos directos hablan de que esta medida solucionaba el problema de los salarios bajos que reciben los agricultores, además de asegurar la seguridad alimentaria,que contribuye a una agricultura resiliente para los agricultores afectados por la volatilidad de los precios o que priorizan un manejo sostenible de la tierra.


Frente a estas ideas, Matthews se pregunta si "los pagos directos son un buen instrumento para lograr estos objetivos". Su respuesta es clara:  "no es el caso".


Esto no es una cuestión trivial. En los últimos años, los pagos directos han representado más del 70% de todo el presupuesto de la PAC y casi el 30% de todo el presupuesto de la UE. Asegurarse de que este dinero está bien gastado y ayuda a lograr objetivos importantes de la UE es crucial en un momento en que los presupuestos están bajo presión y el valor de la propia UE está bajo cuestión”, argumenta Matthews, quien recuerda que los pagos directos no sólo van dirigidos al salario del agricultor, sino que también es capitalizado para pagos de explotaciones o insumos agrarios, por lo que el beneficiario final no es el agricultor.


Para Alan Matthews, el punto más importante es que, dada la estructura muy heterogénea de agricultura de la UE, “un pago global pagada por hectárea es, inevitablemente, va a beneficiar a las grandes explotaciones”. Las cifras de Eurostat muestran sólo 337.000 explotaciones gestionan algo más de la mitad de todas las tierras agrícolas de la UE en 2013.


Tampoco cree en la solución simple para bajar el límite a los pagos directos, “muchas pequeñas granjas tienen rendimientos del trabajo fuera de la finca o el pago de pensiones o de bienestar social”, concluye.


Más información en el Suplemento HERALDO DEL CAMPO

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