Disfraces para merendar

El coso se llenó hasta la bandera para ver los toros de la soga y comer los típicos regañaos con amigos y familiares.

Disfraces para merendar
Disfraces para merendar
Jorge Escudero

Los cinco toros que hoy recorrerán, ensogados, las calles del Centro Histórico de Teruel manejados por los treinta integrantes de la Soga y Baga dejaron ayer buenas sensaciones entre los turolenses que abarrotaban las gradas del coso. En el tendido no cabía un alfiler con la presencia de las peñas y del numeroso público que acudió para ver a los astados destinados a la soga, disfrutar de la posterior suelta de vaquillas y dar cuenta en compañía de familiares y amigos de una típica merienda vaquillera –bocatas, refrescos, calimocho y, sobre todo, regañaos–.


Los peñistas desplegaron toda su imaginación en un desfile de disfraces variopintos y, en muchos casos, muy trabajados. El desfile de las peñas vaquilleras desde el Centro Histórico a la plaza de toros al ritmo que marcaban las charangas estuvo animado por los grupos de vaquilleros reconvertidos en familia Picapiedra, circo ambulante, los Vigilantes de la Playa –todos a lo Pamela Anderson–, paquetes de cigarrillos, Pipi Calzaslargas o Súper Mario y Luigi.


Entre los más llamativos, destacó una legión de demonios pintados de rojo rabioso que bailaban al ritmo infernal que marcaba la batukada de Borumbaia. Esta formación, al salir de la plaza de toros, arrastraba tras de sí a un nutrido grupo de vaquilleros moviendo el cuerpo al compás de la percusión. El grupo de tambores y bombos consiguió con sus aires brasileños seducir a cientos de vaquilleros que les siguieron por la avenida de Segorbe como los ratones seguían al flautista de Hamelin.


Para los vaquilleros, la preparación de los disfraces forma parte de la diversión como la misma fiesta. Pedro Górriz, que formaba parte de los émulos de la familia Picapiedra, explicó que confeccionar los vestidos, el troncomóvil y las cachiporras no fue un trabajo sino un pasatiempo divertido. «Con cuatro tardes de trabajo y unas cervezas, lo hemos arreglado todo», resumió.


Otros grupos optaron por soluciones más elementales, aunque también resultonas. Como una pandilla de chicos de la peña Nos An Soltao que se disfrazaron de cigarrillos Chesterfield. Aunque su indumentaria daba calor solo de mirarla. Uno de los integrantes del equipo de pitillos reconoció que bajo el cilindro de goma-espuma la temperatura, en la tarde calurosa de ayer, era «horrorosa». «No me arrepiento, porque me gusta disfrazarme para este día, pero la verdad es que paso mucho calor», reconoció mientras entraba a la plaza de toros con el resto de la peña.


Solo 13 de las 18 peñas accedieron a la plaza porque su capacidad –6.500 localidades– no da para más. Las cinco excluidas por rotación –Los Bohemios, El Puchero, El Despadre, El Despistes y Los Sordos– se buscaron la vida para divertirse en sus respectivas sedes con actos festivos alternativos.Buena impresión con los toros

Una vez acomodadas las peñas y tras la llegada de la corporación municipal con el tradicional paseillo desde el Ayuntamiento hasta la plaza de toros, arrancó el festejo con la exhibición de los cinco toros de Teodoro Adell destinados al acto más singular de las fiestas del Ángel, los toros ensogados. El concejal José Manuel Valmaña afirmó que las reses tienen «muy buena presencia», aunque a continuación advirtió de que «otra cosa es el resultado que den mañana –por hoy, lunes de La Vaquilla–.


Uno de los miembros de la Soga y Baga –el grupo que, tradicionalmente, se encarga de manejar las reses ensogadas–, Pedro Ferrer, se llevó también una buena impresión de los astados. Señaló que los pudo ver con anterioridad cuando participó en la selección de las reses para La Vaquilla en la propia ganadería. Opinó que para los toros de soga es mejor utilizar animales no demasiado grandes.


Los palcos, alquilados para la jornada en la subasta que se realizó el sábado en el salón de actos del Ayuntamiento, se llenaron de familias y grupos de amigos para disfrutar con cierta comodidad del festejo. Uno de los más veteranos en el alquiler de estos espacios explicaba que los precios subieron significativamente respecto a 2013 porque «la gente nota que la crisis empieza a remitir y, aunque la mejoría no sea mucha, les duele menos gastarse el dinero en un palco que en años anteriores».


En su caso, lleva 26 años al pie del cañón pujando por un lugar para reunir a su familia y sus amigos el día de la Merienda en la plaza de toros. De los viejos tiempos echa de menos el desfile de «todas las peñas» por la plaza al empezar el acto festivo, pero reconoce que, a pesar de los cambios, sigue habiendo «muy buen ambiente».