La tradición del Campanico gana público en cada edición

El alcalde y el vaquillero del año dieron comienzo oficial a la fiesta desde el balcón del Ayuntamiento y ante cientos de peñistas.

La tradición del Campanico gana público en cada edición
La tradición del Campanico gana público en cada edición
El Campanico

El Ayuntamiento turolense se esforzó ayer por dar protagonismo a un acto, el Campanico, con el que se quiere recuperar la tradición y, no menos importante, disminuir la preocupante masificación de la plaza del Torico durante la puesta del pañuelo, que tiene lugar tan solo unos minutos después. 


Mientras por las calles corrían ya litros y litros de sangría y la indumentaria vaquillera había cambiado el blanco por el morado, al balcón de la casa consistorial se asomaron impolutos, aunque contagiados por el ritmo de las charangas, el alcalde, Manuel Blasco; varios concejales, la presidenta de la Diputación Provincial, Carmen Pobo; el pregonero de las fiestas, Luis Alcalá, y el vaquillero del año, Eliseo Giménez. 


«¡Que viva la Vaquilla y que viva Teruel!», dijo rotundo Blasco ante los gritos de los peñistas que se agolpaban abajo pidiendo que empezara la fiesta. También en atención al público, que aclamaba al vaquillero del año, fue este junto con Manuel Blasco y Luis Alcalá quien tiró de la cuerda que hace sonar el campanico, instalado en el tejado de la casa consistorial.


Después, una peñista de La Botera, quien no podía ocultar la emoción en sus ojos, fue la encargada de recoger de manos del alcalde el pañuelo rojo y de echar a correr con él a toda prisa hacia la plaza del Torico para entregarlo a los dos vaquilleros que lo pondrían en el cuello de la emblemática escultura. 


Un año más, el acto clave de La Vaquilla se coció en la plaza del Ayuntamiento. Y aunque a simple vista no logró restar demasiadas personas a la multitud que 100 metros más adelante rodeaba el Torico, también es cierto que el público del Campanico aumenta con cada edición. A los pies de la Casa Consistorial aún se puede bailar con la charanga sin ser pasto de pisotones y codazos.