Ofrenda a la Virgen

"Yo no podré comprarme un traje, pero mi hija no se queda sin Ofrenda"

Los oferentes continúan llenando el manto de la Virgen, punto final de mil historias y emociones.

Ofrenda de flores
Ofrenda de flores

El manto blanco de la Virgen del Pilar tiene este año connotaciones extra para los cientos de miles de oferentes. La explosión sufrida en la basílica poco antes de comenzar las fiestas ha unido aún más siquiera a los devotos de la Virgen, que desde primera hora de la mañana han comenzado su particular peregrinaje hacia la estructura que este año guarda la imagen.


"No pensaba vestirme este año, pero después de lo que ha pasado nos sentíamos con la obligación", comentaba Alberto, uno de los muchos oferentes libres que discurrían a mitad de la jornada por San Vicente de Paul, completamente inundada de trajes, mantones, sonrisas y ramos de flores.


Cada uno de los participantes hacía por mantener en perfecto estado sus atuendos, a pesar de que la larga espera invitaba a dejarse llevar. "Se va llevando, que si un café, que si una paradita para que los niños jueguen un poco, al final todo es cuestión de saber a lo que se viene", explica uno de los padres que acudía con la familia al completo y una amiga de sus hijos. "No había opciones de comprar un traje para todos, pero la niña -Sofía, de apenas 5 años- lleva todo el año hablando de la Ofrenda, así que tenía que estar aquí", relata la madre de la pequeña, que acompañará a la comitiva hasta el momento que le permitan.


Tras ellos, otros tantos cientos de familias y de historias continuaban su camino hacia el manto, aguantando una espera de más de tres horas que, aseguran, "no es nada comparado con lo que han esperado desde el pasado 12 de octubre".


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