Cientos de familias de la capital aragonesa se han acercado esta tarde a la Plaza del Pilar para contemplar el nuevo manto rojo de la patrona de fiestas. "Venimos con las nietas a ver la Virgen y pasar la tarde", contaba Isabel, junto a tres hermanas vestidas de pastoras. "No sé lo que les durará el traje porque como no paran...", se quejaba sonriente su marido. Aseguran que al principio les sorprendió bastante el cambio de manto, pero ahora que la han visto se muestran encantados. "La Virgen está bonita de todas maneras", confiesa ella.

Otra familia de seis se ha desplazado desde Villanueva de Gállego para ver a la Virgen y llevar a los peques al Tragachicos. "Bajamos todos los años el día de después de la Ofrenda, porque si no, no se puede estar", cuenta Virginia Domínguez junto a sus dos hijas, de 8 y 3 años. "Nosotros cuando venimos vemos ya todo, y estaremos por aquí hasta que aguanten las chicas", añade Joaquín, el abuelo, que se muestra conforme con que el manto cambie cada año. "Las cosas cambian, pues esto igual. Mira yo, que ahora soy ya viejo", bromea.

Por su parte, la pequeña Ixeya Latosa, que cumplirá el próximo 17 de octubre su primer mes, se preparaba en brazos de su abuela para "pasar de baturra a la Virgen del Pilar". Su madre, que fotografiaba a la pequeña junto a la Ofrenda, sostiene -en alusión al manto- que "una cosa que funciona bien es tontería cambiarla".