A Sabina le sobran los motivos para repetir esta noche

El bombín más ácido de la música española se exprimió en su cita con el Pilar ante un público rendido. Hoy vuelve al Príncipe Felipe.

Joaquín Sabina, en el concierto del año pasado en el pabellón Príncipe Felipe.
Joaquín Sabina, en el concierto de ayer en el pabellón Príncipe Felipe
Toni Galán

Como en esos espectáculos únicos, momentos de magia que se quieren congelar conscientes de que no son eternos, esos conciertos de público sentado que sale de casa con la ovación en el bolsillo, en los que el artista hace años –y décadas– que ha conquistado su corazón, la ovación que le rindió el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza a Joaquín Sabina antes incluso de tocar el primer acorde puso lo pelos de punta.

Aunque lo niegue, el rey de los suburbios necesitó bien poco para llenar de palmas y vítores un recinto que hacía tiempo que agotó las entradas. Y eso que esta noche repite. Y por lo visto, le sobran los motivos. Le sobra repertorio, y ahora encima, disco nuevo, que fue presentando en la primera parte de un concierto que arrancó con ‘Cuando era más joven’, al más puro estilo Kase O en el pregón, con aquello de "nací en Vadorrey".

Sus primeras palabras sin acordes fueron Sabina en estado puro: "Incluso a los ateos nos gusta decir: ¡Viva la Virgen del Pilar". Pero el bombín más ácido del país ha librado ya muchas batallas, y el recuerdo de tiempos pasados se hizo presente. "La primera vez que vine fue con La Mandrágora, con el maestro Javier Krahe", y desde entonces "siempre fuimos recibidos con un enorme abrigo, calor y solidaridad del maestro José Antonio Labordeta". Parroquianos en el bolsillo.

‘Lo niego todo’ atronó como una confesión desnuda en el segundo de los temas, que dio paso, ya sentado junto a un vaso de agua en el centro del escenario, a ‘Quien más quien menos’. A partir de ahí los monólogos del de Úbeda fueron una constante de cómo convertir el humor en cruda poesía y viceversa. "Es el mejor, el más grande, y no es el más guapo porque no quiere", decía Jaime Mangado en el abarrotado graderío justo después de que Sabina explicara el motivo de sus recientes cancelaciones: "El médico me dijo que tengo una enfermedad incurable que se llama menopausia", confesó.

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Tras recitar unos pocos temas más del nuevo disco como ‘No tan deprisa’ o el aclamado ‘Lágrimas de mármol’ –que dedicó "a la viuda más guapa del mundo, Juana Labordeta"–, el concierto se adentró en el camino de los clásicos y ese, es terreno de sobra conocido. Sabina repite esta noche –misma hora, mismo escenario, y quedan entradas–, para volver a hacer lo irrepetible.

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