Los más jóvenes aplauden las novedades

La zona infantil en el frente fluvial de la Expo, que hoy se despide, ha estado a rebosar, y el festival juvenil de tres días en la Multiusos se saldó con éxito.

En el parque Río y Juego, en el frente fluvial de Ranillas, los chavales disponen de hasta 18 zonas de ocio diferentes.
En el parque Río y Juego, en el frente fluvial de Ranillas, los chavales disponen de hasta 18 zonas de ocio diferentes.
Aránzazu Navarro

Se acerca el momento de hacer balance y pueden ponerse ya bajo la lupa examinadora algunas de las novedades de estas fiestas del Pilar. No son estas unas fiestas muy rompedoras respecto al patrón habitual de otros años –siguen las grandes carpas –, pero sí hay un puñado de actividades –llamémoslas– experimentales que parecen haber funcionado y que muy probablemente continúen en las próximas ediciones de las fiestas.


Uno de los aciertos ha sido llevar a las riberas de Ranillas la zona de esparcimiento infantil. Las hasta ahora infrautilizadas instalaciones de la Expo han vivido estos días –y lo seguirán haciendo hoy– una invasión de chavalería que ríase usted de las hordas bárbaras. El espacio de juegos, que en años anteriores se instalaba en Delicias, concebido como un ‘parque de los insectos’, se ha agrandado este 2016 con 18 zonas diferentes gracias a los muchos metros disponibles en el frente fluvial y, también, al ingenio de la Plataforma de Acción Infantil (PAI), ideólogos y muñidores de este ensueño para los más pequeños.


Baste el botón de muestra de que solo en la tarde del viernes el parque Río y Juego –que así lo han bautizado– recibió 17.000 visitas. De hecho, y a pesar de la superficie, la saturación y los agobios han sido el único ‘pero’ porque en el estreno eran tantos los niños congregados (50.000 visitas en la inauguración) que los animadores apenas podían atender a todos.


Pero, ¿qué ofrece este espacio? Pues originales (y tradicionales) juegos en los que la imaginación es protagonista. Que si cosquillas sonoras, que si ideas voladoras, que si barquitos a la mar y que si mezclar colores sobre un lienzo cual aprendices de Cecilia. El reciclaje juega un papel esencial y todas las propuestas, bien sean con tablones, cartones o neumáticos, tienen su mensaje de lo más ‘friendly’ con el medio ambiente. No en vano, en Río y Juego colabora la Fundación Ecología y Desarrollo y, en la construcción de todo el tinglado, las brigadas municipales han aprovechado estructuras de parques anteriores, materiales como tubos y cajas de cartón provenientes de comercios y neumáticos que han sido por donados por diferentes empresas.


Fuente municipales apuntan que tanta actividad motriz o sensorial en torno al reciclaje tampoco es casual porque "2016 es un año clave en la sostenibilidad: el acuerdo sobre cambio climático ha marcado entre uno de sus objetivos garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles". El parque, por cierto, tiene hasta su propia canción que en un tonillo rapero dice: "Hablar por un tubo, jugar con los cubos, bailar con el agua, a las cajas me subo"...

La cultura urbana

Pero no solo de actividades infantiles vive el público del Pilar y este 2016 también se ha atendido a una franja de edad (de 12 a 17 años) que preocupaba especialmente a los próceres municipales porque consideraban que la falta de atractivos de las fiestas la abocaba al botellón. Nos referimos a la que dieron en llamar Zona Joven y que fue una alternativa de ocio durante tres días que acogió la sala Multiusos. El Ayuntamiento convocó un concurso de ideas y la propuesta ganadora, de entre más de 48 presentadas por distintas casas de juventud, fue la de llevar a cabo una fiesta musical con pinchadiscos y actividades tales como zonas ‘gamer’ (para los no iniciados, cosas de videojuegos) o exhibiciones de cultura urbana (batallas de gallos, talleres de grafiti, ‘break dance’, ‘parkour’...) y, también, un rinconcito para los amantes del anime y el manga, capitaneado por las asociaciones Tatakae y Brovrasgkai. El fin de fiesta de esta Zona Joven lo protagonizó un concierto de Sweet California, al que acudieron 4.000 jóvenes.


Y ya sin distinciones de edad, puede hacerse mención a otras novedades de las fiestas que, también, han sido exitosas si se toma el número de visitas como vara de medición. Los ‘food trucks’ de Echegaray, junto a la plaza de Europa, han provocado algún que otro enfado entre los hambrientos zaragozanos, que tenían que esperar filas y buscar sitio libre mientras les rugía el estómago. Y este año, la Federación de Barrios ha capitaneado una carpa en el parque Bruil, en la que se han dado cita todo tipo de artistas en tardes ‘comprometidas’ con la igualdad, la economía alternativa, los derechos sociales... Ayer, sobre este escenario, brillaron los talentos más precoces de la jota: los de las escuelas de canto de Estela Alarcón y Hermanos Obón.


El convertir algunas plazas en temáticas –véase la de San Juan de los Panetes consagrada al humor o de la San Pedro Nolasco, al bailoteo– también tiene sus adeptos, mientras que el extender la fiesta a los barrios (algo que ya se hizo el año pasado) se va consolidando con una programación estable –cabezudos, bandas y ‘varietés’ forman parte del menú– y más de 15.000 vecinos por distrito disfrutando, entre otras cosas, de una comida popular.

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